Trabajan para mejorar prácticas alimentarias desde la huerta y los comedores escolares

 

La interrelación entre la salud y la alimentación en el desarrollo físico, psíquico y social de los jóvenes es una temática que se encuentra en la agenda pública. Sin embargo, parece ilógico pensar en buenas prácticas dentro de comunidades donde las principales preocupaciones pasan por los problemas sociales ligados a la escasa posibilidad de realización de actividad física, falta de acceso a higiene o agua potable y aumento de enfermedades como sobrepeso y obesidad.

Portal Universidad dialogó con la Dra. Gabriela Fasciglione, ingeniera en alimentos y docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata, quien junto a la Dra. María Laura Cendon, docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata e investigadora del INTA, dirigió el proyecto de extensión “La huerta y el comedor escolar: ámbitos para repensar nuestras prácticas alimentarias y los espacios de comensalidad”.

El proyecto inició sus actividades en el 2015 “a raíz de una necesidad planteada por una docente de la Escuela de Educación Especial Nº 502 de la ciudad de Balcarce a la Secretaría de Extensión de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNMDP” explica Gabriela.

El objetivo era profundizar algunas actividades que los estudiantes y las docentes trabajaban en la escuela. “En primer lugar, la premisa de ellos era cuestionar si la comida que consumían en el comedor era saludable. En función de los relevamientos realizados desde la institución, nos plantearon la necesidad de incorporar frutas y hortalizas en la vianda escolar” afirma.

Sentadas las bases de la problemática, Fasciglione aclara: “Nos propusimos generar un equipo de trabajo interdisciplinario que nos permitiera caracterizar el estado nutricional y los hábitos de consumo de la comunidad educativa para realizar actividades de huerta. Todo esto con la colaboración de nutricionistas, estudiantes de agronomía, profesores de las cátedras de horticultura, extensionistas del prohuerta y profesionales del INTA Balcarce”.

“En esta primera etapa, nuestro objetivo era que los chicos adquirieran nociones de producción agroecológica de frutas y hortalizas. Luego, nos dedicamos a ensayar distintas técnicas de elaboración de alimentos que nos permitieran conservar las propiedades nutricionales que tenían las hortalizas de la huerta” manifiesta.

La etapa final fue descripta como la más desafiante pero motivadora porque se produjo “la degustación de los alimentos que los chicos habían elaborado, junto a sus padres, el equipo docente de la escuela y demás profesionales. Aquí nos propusimos repensar qué era lo que estábamos consumiendo y los beneficios que aportaban a nuestra salud este grupo de alimentos” expresa la directora del proyecto.

Al mismo tiempo que se realizaba el proyecto, investigaron acerca de la situación nutricional en los alumnos de la Escuela de Educación Especial Nº 502 de la ciudad de Balcarce. “La base de la alimentación de más de 70% de los chicos que asistían a la institución era de alimentos con trigo, carne vacuna, aceite de girasol, papas. Principalmente, ofrecidos en comidas de olla u horneados y, en muy poca proporción, hervidos, siempre acompañados de fideos y pan” expone.

Este análisis se asemeja a los registros de consumo de frutas y hortalizas a nivel nacional, “encontramos que en la institución era de menos de 2 porciones al día, cuando la Organización Mundial de la Salud sugiere 5 porciones diarias de frutas y verduras de todo tipo y color” asegura Gabriela.

A pesar de que “una gran parte de la comunidad educativa era consciente de los beneficios que aportaban a su salud la ingesta de este tipo de alimentos, cuando preguntamos por qué no los incorporaban en su alimentación, nos mencionaron la falta de tiempo para la preparación y elaboración que conlleva este tipo de alimentos” declara.

Ante la necesidad de ahondar aún más en este tipo de problemáticas dentro de otros territorios, Gabriela y María Laura comenzaron a planear un segundo proyecto de extensión en el cual se vincularon con otra escuela de educación especial de Balcarce que disponía de sala de elaboración de alimentos y que contaba con un proyecto de generar una boca de expendio para la venta de alimentos saludables de la institución.

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