El hundimiento del Repunte es un “caso testigo de que las cosas se pueden hacer bien”

Entre el año 2000 y el 2019 hubo 65 siniestros en buques pesqueros en las aguas argentinas. De todos ellos, 44 fueron hundimientos que dejaron un saldo de 135 víctimas, todos trabajadores muertos o desaparecidos. Según el Tribunal Administrativo del Centro Naval, la industria pesquera naval del país registró el primer puesto internacional en materia de siniestros desde 1970 al 2000.

Los datos exponen que los hundimientos no son casos aislados, sino hechos recurrentes producto de las condiciones de los barcos pesqueros y los escasos o nulos controles por parte de las autoridades.

El hundimiento del buque “El Repunte” fue un caso testigo de estas condiciones y dejó una huella importante en esta temática. Este fue un buque pesquero de 32,6 metros de longitud. Arribó al país en 1968, bajo la firma Ostramar Socidedad Anónima, un frigorífico de productos marinos, asentado en Mar del Plata.

Estuvo parado tres años, pero volvió a la actividad con el inicio de la llamada “Fiebre del oro rojo”, el furor por los langostinos. Si bien era un barco “merlucero” y no estaba preparado para esa actividad, fue modificado para este uso específico. Semanas antes del hundimiento se agregaron dos tangones o brazos laterales de otro buque para poder seguir con la pesca de langostino.

Este es un punto clave para entender la tragedia. Algo similar vivió el buque Rigel que se hundió un año más tarde. Ambos habían sufrido modificaciones para la pesca de langostinos. Ninguno volvió a puerto.

La lucha incansable de los familiares de los desaparecidos en altamar y los sobrevivientes llevó a la creación del movimiento “Ningún Hundimiento Más”, que terminó siendo fundamental para la sanción de la Ley 27.514 que creó la Junta de Seguridad en el Transporte (JST), un organismo descentralizado del Ministerio de Transporte que se encargó de llevar adelante la investigación sobre el suceso.

Fue casi 5 años después que se esclarecieron los hechos del naufragio. Según el informe de JST el 13 de junio de 2017 el buque “Repunte” zarpó de Puerto Madryn hacia zona de pesca de langostino. “Al tercer día de navegación, recibieron una alerta meteorológica por vientos intensos, por la cual el buque comenzó su regreso a puerto. Durante la noche y la mañana siguiente, navegó en condiciones de mar adversas, en la cual se desencadenaron varios acontecimientos que pusieron en riesgo al buque. La tripulación realizó una serie de acciones de contingencia, pero la situación empeoró hasta volverse irrevertible. Por eso, el capitán emitió la llamada de socorro y la dotación se vio obligada a abandonar la nave. Durante el abandono, la tripulación ejecutó la maniobra de lanzado de la balsa salvavidas, acorde las instrucciones de a bordo. Sin embargo, ninguno pudo embarcarla. Un helicóptero y un buque de pesca acudieron en ayuda de la tripulación”.

Sin embargo, llegaron demasiado tarde. Tres personas perdieron la vida, siete nunca fueron encontradas y siguen desaparecidas y dos sobrevivieron. El buque se hundió totalmente.

Esperando justicia

Hoy se cumplen 6 años del hundimiento y los familiares siguen esperando explicaciones y sobre todo justicia.

“La verdad que el año pasado cuando la JST presentó el informe estábamos súper contentos porque en estos 6 años fueron diferentes las luchas que hemos tenido y una de ellas fue que se hicieran las pericias sobre El Repunte. Habíamos conseguimos que se hagan, pero no tan completas, así que este informe de la JST que marca todas las irregularidades fue muy importante para nosotros”, explicó Gabriela Sánchez, hermana del capitán del Repunte Gustavo Sánchez a PORTAL UNIVERSIDAD.

Sin embargo, la causa ha llegado al momento de cerrar la instrucción y que comiencen las imputaciones, proceso que se está demorando: “Ellos (los imputados) lo que hicieron fue comenzar a impugnar el informe que presento la junta. Era lógico que lo hicieran porque ahí está muy clara la responsabilidad de cada uno. Esto lo que produce en la causa penal es que todo se haga más lento, porque hasta que la Cámara de Comodoro Rivadavia no responda estamos ahí a la espera”, dijo Sánchez.

Los acusados son 7: Los prefectos Luis Emilio Peyrot, el piloto del helicóptero durante el operativo SAR, Humberto Haunau, que fue quien firmó el cálculo del manual de estabilidad cuando se modificó el buque marplatense, y Antonio Amat, encargado en la ciudad de la Base Naval.

También figura Osvaldo Unzue, el ingeniero que realizó el cálculo de estabilidad para la empresa, y los armadores Marcela y Luis Caputo. Además, se acusa a José Alberto Martí Garro, oficial de la Armada Argentina que llegó a estar indagado en el hundimiento del submarino ARA San Juan y que terminó sobreseído en febrero de 2020.

A la armada se la acusa por el rescate que se hizo tremendamente mal, no se cumplió como debió haber sido. Llegaron 4 horas después del pedido de MayDay y logró rescatar a uno de los sobrevivientes y el cuerpo de un fallecido”, dijo.

Y añadió, “la verdad que es tremendo para nosotros como familiares. Vivimos 2 situaciones: por un lado, la falta de avance de en la justicia, no tenemos ni una fecha probable de juicio. Y por otro lado, reconocer que esto es un avance muy significativo en el tema de hundimientos, porque ningún otro llegó a este estado en lo judicial”, reconoció Sánchez, quien agregó: “Es ambivalente, por un lado, nuestra posición como familiares y desde el otro reconocer que aun lento y con dificultades se está avanzando muchísimo”.

Gabriela Sánchez, hermana del capitán del Repunte, Gustavo.

Sánchez resaltó la importancia que tuvo el informe de la Junta de Seguridad en el Transporte para los familiares: “Nosotros desde un principio, por las declaraciones de los sobrevivientes y la forma en que decían que había sucedido, siempre creíamos que era una entrada de agua grande, por los antecedentes que tuvo el barco, que había tenido 2 roturas importantes en el casco. Pero lo que nunca imaginamos que fue lo que la JST encontró en el informe, que el barco, con tantas modificaciones estructurales que tuvo para adaptarlo a la pesca, tenía una falta de estabilidad tremenda y además el libro de estabilidad estaba modificado”.

Esta situación era desconocida para la tripulación, lo que los puso en un riesgo aún mayor. Según explica una de las principales impulsoras del movimiento “NingunHundimientoMás”, el Capitán Sánchez no tenía conocimiento de la situación y todas sus decisiones fueron tomadas en base a un libro con información falseada: “Mi hermano, cuando toma las decisiones como capitán las toma en base a un libro fraguado, es mandar a la gente a morir. Es como si te diera un auto, y te dijera fíjate que recién lo saco del mecánico y los frenos están bien. Y vas a actuar, ir a 60 pensando que en la esquina vas a poder frenar y no poder”.

Mi hermano, cuando toma las decisiones como capitán las toma en base a un libro fraguado, es mandar a la gente a morir.

Por esto apuntan hacia varios de los imputados, alegando que fueron conscientes de esta situación y no hicieron nada para detenerlo, “el buque no tenía estabilidad, todos los libros fueron modificados, por eso tiene una carátula tan grave, porque ahí hay una responsabilidad importante de Prefectura y de los empresarios”, explicó Sánchez, haciendo referencia a la carátula de la causa a las autoridades de Prefectura definida cómo “Homicidio culposo agravado por el número de víctimas, en concurso ideal con violación de los deberes de funcionario público”.

“Se hicieron un montón de maniobras fraudulentas para que ese barco saliera, pero no podía salir de ninguna manera. Cuando le ponen los tangones, que fue lo último para perder la estabilidad completa, 15 días después, al primer día de mal tiempo, se hunde. Por eso yo creo que es uno de los puntos centrales, tanto para el hundimiento del Repunte como del Rigel el hecho de que hayan sido modificados para la pesca de langostinos. Pero el tema no es que sean modificados, sino que salió sin las inspecciones correspondientes”, afirmó.

Tanto para el hundimiento del Repunte como del Rigel el hecho de que hayan sido modificados para la pesca de langostinos. Pero el tema no es que sean modificados, sino que salió sin las inspecciones correspondientes.

“Es monstruoso lo que hicieron, no tiene nombre y ahora los responsables siguen viviendo su vida como si esto no hubiera pasado, contestaron un escrito y nada más. El repunte es el caso testigo de todo lo que está mal en Argentina. De todo. Mas maquiavélico no puede ser”, lamentó Sánchez y respondió a las críticas de los acusados que dicen que buscan un interés económico, “No es por nosotros que hacemos esto, sino para honrar la memoria de ellos. Estamos pidiendo un cenotafio en la costa. Yo soy hermana de un desaparecido que no tiene un lugar donde lo recuerden. Es una placa muy sencilla pero que está cerca del mar, que haya un lugar donde nos podamos sentar a tomar un mate y recordarlos”.

Foto: Qué Digital

La marca del Repunte

“Creo que gracias a la lucha hay muchísimas cosas que cambiaron respecto de la seguridad”, dijo Sánchez y explicó que hay tres de ellas que son muy significativas tales como la obligación de tener doble balsa salvavidas, que haya trajes de exposición para toda la tripulación, que en caso de abandonar el barco pueden mantener a flote a las personas, y que se están realizando correspondientemente las inspecciones.  

En General Lavalle, localidad rodeada de ríos, cuando comenzó la temporada de corvina se hicieron inspecciones generales en todos los barcos, “eso era impensado para los barcos pesqueros de altura y menos para los de cada río”, comentó Sánchez.

“Hay cosas que cambiaron. Yo soy positiva y creo que las cosas pueden cambiar… Creo que a partir de esa corrupción y tanta muerte que pudo ser evitable, El Repunte tiene que ser también un caso testigo de que las cosas se pueden y se deben hacer bien”, reflexionó.

Creo que a partir de esa corrupción y tanta muerte que pudo ser evitable, El Repunte tiene que ser también un caso testigo de que las cosas se pueden y se deben hacer bien.

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