Ley Olimpia: un avance clave en la lucha contra la violencia digital

En la sesión legislativa del pasado 11 de octubre Diputados aprobó la Ley Olimpia, una normativa que incluye a la violencia digital entre las distintas formas de violencia a las mujeres que se encuentran comprendidas en la Ley 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicarla en los ámbitos en que las mujeres desarrollen sus relaciones interpersonales.

La aprobación de esta Ley constituye un paso fundamental en la lucha contra un tipo de violencia que, acrecentada por el vertiginoso avance de la tecnología en nuestra vida cotidiana, afecta a un gran número de mujeres a nivel global: según datos de Amnistía Internacional, 1 de cada 3 ha sufrido violencia en las redes sociales.

Para saber más sobre el contenido y alcance de la normativa, desde Portal Universidad nos comunicamos con la diputada Mónica Macha, presidenta de la Comisión de Mujeres y Diversidad en Diputados e impulsora del proyecto que hoy es ley. Además, para conocer cómo impacta la violencia digital a nivel psicológico en las víctimas y qué tratamientos existen para paliar sus consecuencias negativas, dialogamos con Micaela Bautista, licenciada en Psicología.

La violencia digital y la importancia de la Ley Olimpia

Hoy la violencia de género ha tomado nuevas formas a partir del uso de la tecnología, incrementándose los casos de misoginia y sexismo en línea, así como la difusión de contenido íntimo en redes o grupos de mensajería sin consentimiento alguno por parte de la persona fotografiada o filmada. En estos casos es cuando hablamos de violencia digital. Según Macha: “Es la ejercida en el marco de redes sociales y grupos de WhatsApp, de Telegram. Y tiene distintas formas de expresarse, puede ser el robo de datos, el hackeo de cuentas, la difusión de imágenes íntimas y de desnudez sin consentimiento”.

“Lo que va a darle un límite o contexto a este concepto es que sea en el entorno digital, y no necesariamente tiene que involucrar una extorsión, ya que hay oportunidades en las que el material empieza a transmitirse y viralizarse sin que hubiese mediado amenaza o palabra alguna. Existen muchas situaciones de violencia digital que se toman desde el primer momento sin consentimiento, y que tal vez la víctima ni siquiera sepa que esa información está circulando”, agregó.

Fuente: Télam

La Ley Olimpia viene a llenar un vacío que generaba impotencia y frustración en las víctimas, ya que la violencia digital no se advertía en ninguna legislación. Con su inclusión en la Ley 26.485 se apunta a resaltar aquellas acciones que constituyen esta forma de violencia para que, como bien se señala en la normativa, se respete la dignidad, reputación e identidad de las mujeres, incluso en los espacios digitales.

“La ley 26.485 tiene como punto interesante la posibilidad de pensar la violencia en distintos territorios, lugares o entornos. En ese momento lo que se estaba problematizando es que la violencia no solamente se daba en el ámbito doméstico sino que podía ser en la calle, en el trabajo, en la facultad, en distintos contextos. La principal modificación que hacemos con la Ley Olimpia es introducir como territorio posible de violencia al entorno digital. A partir de esta introducción lo que se permite es poder contar con observatorios sobre violencia digital, datos que hoy no tenemos, diseñar políticas públicas para poder prevenir, asistir y acompañar a las víctimas y sobrevivientes de la violencia digital; y también se hace una articulación fuerte con la necesidad de construir ciudadanía digital” afirmó Macha. 

La diputada también hizo hincapié en que esta normativa se complementa con la Ley Belén – aún trabada en la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados – que incorpora a la violencia digital al Código Penal como delito. Su aprobación, por lo tanto, permitiría perseguir penalmente a quienes graben, difundan o compartan material íntimo sin consentimiento, con penas de prisión de tres meses a dos años y multas para los responsables.

El camino legislativo hacia su sanción

Consultada por el camino seguido por la Ley en el Poder Legislativo, Macha expresó que: “Fueron casi dos años de trabajo, entre el diseño del proyecto, la presentación y el tratamiento en las comisiones que constituían su ruta legislativa”. 

Inicialmente la Ley Olimpia fue aprobada por amplia mayoría con 191 votos a favor. Los dos votos en contra fueron de Javier Milei y Victoria Villarruel (La Libertad Avanza) y también se registró una abstención de Carlos Zapata (Ahora Patria en alianza con La Libertad Avanza). Estuvieron ausentes Carolina Píparo (La Libertad Avanza) y José Luis Espert (Avanza Libertad ahora en Juntos por el Cambio).

Luego, el proyecto fue al Senado donde se aprobó por unanimidad, pero volvió a Diputados con una modificación técnica para su implementación. Ya en el Recinto se votó nuevamente y se aprobó por unanimidad: “No estaban todos los diputados y diputadas presentes, pero quienes estábamos en ese momento en la Cámara votamos todos a favor”, puntualizó Macha. 

El impacto psicológico de la violencia digital

Respecto del impacto que tiene la violencia digital sobre la mente de las víctimas, la licenciada en Psicología Micaela Bautista explicó: “El impacto es gravísimo, como la mayoría de las violencias a las que cualquier persona se ve afectada. Sin embargo, en el caso de la violencia digital tenemos como particularidad la viralización, de tal manera que termina siendo tan devastadora como una violencia física“.

“Ante estas situaciones, las víctimas responden con el efecto de no querer salir, no querer estar expuestas a la mirada de otras personas, por enlazarlo con la posibilidad de que esta persona que mira haya estado en contacto con el video y con la intimidad de cada quien. Se producen efectos de ansiedad, de angustia, relacionados al estrés post-traumático de una situación impensada en muchos puntos, porque claramente esto lo que demarca es el no consentimiento de la persona que es víctima de este tipo de situaciones, de exposiciones”, agregó. 

Asimismo, subrayó que “la vulneración de la autonomía de la persona tiene un impacto muy fuerte en la subjetividad, en el psiquismo, en la vida cotidiana. Por ello es muy deseado este avance ya que sabemos que el efecto de una condena o de algún tipo de consecuencia en este tipo de actividades sana, deja una marca de contención y ya no queda en la nada, como venía quedando, ya que la violencia digital no era un delito”.

Fuente: Freepik

¿Cómo se trabaja esta situación en terapia?

En cuanto al recorrido que hacen las víctimas cuando llegan a terapia, Bautista expresó: “Es un recorrido fuerte, es una terapia de mucha contención, de estar muy disponible ante cualquier situación más allá del espacio propio del acompañamiento terapéutico. Creo que esa es una de las condiciones para poder acompañar de una manera respetuosa y saludable porque lo que más se requiere es apoyo, contención, acompañamiento. Y después también hay otros tipos de dispositivos que tienen que ver por ahí con abordajes más grupales, que habrá que ver las particularidades de la persona que esté atravesando esta situación, si tiene ganas o no”.

“Son abordajes que se van pensando, que existen y que son muy saludables porque los dispositivos de ayuda mutua, de compartir con personas que han pasado por lo mismo y que atraviesan otro momento de este proceso de sanación, también van ayudando a que la persona que lo está sufriendo tenga otra mirada. Sabemos que al ser seres interdependientes vamos aprendiendo también de los procesos de los demás y nos vamos nutriendo de eso. Este tipo de dispositivos fortalecen un montón a la persona, pero también hay que evaluar las condiciones de cada quien para atravesarlos. Lo cierto es que esto deja marcas importantes a sanar y por eso es fundamental acompañar en un dispositivo terapéutico desde la disposición, la escucha y el acompañamiento prolongado”, agregó. 

Por otro lado, esta situación no impacta solamente en la víctima sino en sus vínculos y en el contexto familiar que la rodea, que muchas veces no tiene herramientas para abordar la situación. Al respecto Bautista dijo: “Dependiendo de la edad de la persona que haya sido víctima de este delito se aborda de manera diferente con el entorno afectivo. Si es una persona menor de edad, siempre el entorno afectivo está incorporado en el espacio y es a través de ofrecer herramientas, muchas veces sugerir espacios individuales para poder tolerar, acompañar y comprender la importancia de los procesos subjetivos, la importancia de acompañar una situación de angustia o un ataque de pánico, que también es bastante frecuente”.

Asimismo, destacó que “son las mujeres las que sufren mayormente este tipo de ataques, pero también hay otras identidades, entonces es necesario nutrir al entorno afectivo de situaciones que pueden pasar y ofrecerles herramientas de acompañamiento, señales de alarma como para que estén al tanto de la gravedad de la situación y de lo que puede conllevar. Cuándo hacer un llamado, cuándo no, cuándo estar cerca, son cosas que por ahí no tenemos en la cotidianeidad incorporadas y desde los espacios terapéuticos es algo que trabajamos mucho”. 

Una situación que crece día a día

La irrupción que tuvieron la tecnología y las plataformas de redes sociales en los últimos tiempos ha transformado la forma en que nos vinculamos y los espacios que elegimos para hacerlo. Consultada sobre la observación de una proliferación de la violencia digital en los últimos tiempos, la psicóloga expresó: “Hay un incremento de consultas y de casos que llegan con este tipo de problemáticas. Muchas veces no se llega a denunciar, pero sí es algo que en el medio de un proceso va apareciendo y una va como puntuando, preguntando cómo fue que pasó, si hubo consentimiento o no y se empieza a abrir un panorama que capaz hasta el momento estaba bastante invisibilizado dentro de un proceso. Esto sucede mucho”. 

Sobre este aspecto, agregó: “Es habitual observar que la misma persona no cae en que realmente ha sido víctima de una violencia digital. Es súper importante de puntuar, porque la verdad es que, dentro de una pareja, dentro de una relación, de un vínculo afectivo, a veces los límites quedan medio borrados y este es el gran problema, el no poder reconocer cuándo se es víctima. Cuando es tanto el amor o el afecto que está en juego hacia una persona, es más difícil poner límites. Y del otro lado no siempre las acciones son saludables, no siempre el amor es saludable. Y acá entra la raíz de la violencia por motivos de género que tiene que ver con esa relación desigual de poder. Esta es una raíz interesante para trabajar en los espacios terapéuticos, y a partir de ahí es donde empiezan a visibilizarse estas situaciones en muchos casos”.

Fuente: Freepik

“En otros casos ya hay una denuncia planteada, una situación delimitada y registrada; pero a veces lleva mucho tiempo de psicoeducación empezar a delimitar estas señales de alerta. Por amor no vale todo, uno no puede permitir todo por amor. Y este es un trabajo interesante a trabajar en los espacios terapéuticos con las masculinidades, con quiénes viralizan videos, entre grupos de amigos, porque por ahí si lo pensamos a nivel virtualidad y redes, es más difícil encontrar un control, es más difícil poder resguardarnos de las redes”, agregó. 

Tenemos que trabajar en lo micro en cada persona, en los posicionamientos, en cortar con esos patrones instituidos de conductas, de no registro de la intimidad de la otra persona. Esto hay que trabajarlo con todas las personas que ejercen este tipo de conductas, más allá de que no sean partícipes directos en la viralización. Si consumimos determinado tipo de contenidos, ya tenemos un patrón de conducta que hay que revisar; que está sostenido en ejes que están dañando a otras personas, entonces hay un trabajo de implicancia importante a realizar”, aseguró.

Para finalizar, Micaela Bautista destacó la importancia de esta normativa: “La ley es un avance total. Se seguirá trabajando y avanzando en materia de derechos, pero la verdad es que sancionar este tipo de acciones conlleva al resguardo y respeto de derechos – a la intimidad, a la dignidad – como básicos y universales”.

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