Bonos a importadores: ¿Préstamo puente o estatización de la deuda privada?

Foto: Télam

Pocos días luego de la asunción del presidente Javier Milei, se comunicaron medidas destinadas a solucionar la deuda comercial por importaciones, que supera los Us$ 50 mil millones. Esta es una deuda que se generó cuando el anterior gobierno autorizó a empresas a adquirir bienes y servicios brindados por proveedores extranjeros, pero después no habilitó los dólares necesarios para realizar esos pagos.

La respuesta de la nueva gestión será a través del Banco Central, que emitirá un bono destinado a aquellos importadores de bienes y servicios que cuenten con operaciones en el exterior pendientes de pago, denominado “Bono para la Reconstrucción de una Argentina Libre” o BOPREAL.

Las reacciones de los distintos sectores fueron diversas, pero en su mayoría se polarizaron en dos tipos: la primera fue de alivio o satisfacción frente a la medida. La otra fue de preocupación, y se alegó que la emisión de este tipo de bonos supone una “estatización de la deuda privada”. Desde Portal Universidad nos comunicamos con Ricardo Panza, economista y docente, para comprender los orígenes de esta deuda comercial y qué significa este bono.

“Este bono los que lo critican dicen que es una estatización de la deuda pública, pero lo que olvidan decir es que, si el Estado en su momento les hubiese dado a los importadores los dólares que ellos pedían, y tenían la plata para comprar, esta deuda no existiría. Con lo cual es el Estado mismo el que ha metido en este brete a los importadores y es justo que el Estado lo saque del brete este”, explicó Panza.

El origen de la deuda

“Durante el período de gobierno anterior, durante muchos meses el Estado empezó a regular, mediante la SIRA el otorgamiento de dólares a los importadores quiénes no conseguían los dólares por ningún lado, a menos que lo consiguiesen en el mercado blue, lo que implicaba por ahí más que duplicar el costo de su importación”, dijo Panza. En otras palabras, el Estado, a través del Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA), prometió a los importadores otorgarles dólares ya sea en un plazo de 180 días o pidiendo un contrato a plazo con el exportador del exterior para que el pago se de cuando se entregaran los dólares.

El problema se inició cuando el Estado no pagó. “Nunca tuvo los dólares ni cumplió, y se acumuló una deuda muy grande. Las estimaciones más fuertes hablan de 55.000 millones de dólares, ya eran 35.000 antes de las antes de las PASO y se fue juntando porque en definitiva el mercado importador quedó absolutamente paralizado. Entonces es un número enorme, comparable con lo que fue en su momento también la deuda con el FMI”, resaltó Panza.

“El gobierno anterior se llenaba la boca criticando a Macri por haber tomado un préstamo, que no se tomó ni más ni menos que para financiar un desequilibrio y resulta que este es un desequilibrio igual o mayor. Lamentablemente esto hay que decirlo. Entonces aquellos que salen a criticar o salen a decir es una estatización de la deuda privada habría que recordarles que en realidad los importadores tenían los fondos para pagar los dólares, pero el Estado nunca se los otorgó. Y ahora la deuda está, los importadores están paralizados y no pueden seguir trabajando ni le pueden comprar un solo tornillo importado a la firma hasta que no les paguen”, dijo el economista.

Esto, entre la falta de reservas, las Leliqs y las reservas negativas del Banco Central resultó en una deuda acumulada. “Esta deuda la asumió ridículamente el Banco Central porque si el sistema de importaciones hubiese estado liberado, cada importador hubiese conseguido los dólares como le pudiese haber convenido, habría pagado sus deudas con el exterior y el Estado nada tendría que ver con esto”, explicó Panza, quién agregó: “El problema es que el Estado les daba, por así decirlo, un dulce que era comprar un dólar a 360 pesos y de esa manera la lógica para el importador era “yo espero”. Si yo tengo que pagar un dólar 700 u 800 pesos y lo puedo conseguir a 360, lo pido a 360 y hago una solicitud de importación”.

Pero en su momento, no solamente se hicieron solicitudes de importación verídicas o legítimas, sino que también se hicieron solicitudes de importación falsas. “Yo no sé en qué medida esos 55.000 millones de dólares no contienen por ejemplo 15 o 20 mil millones de pedidos de importación hechos por empresas falsas, radicadas o constituidas en algún lugar que solo servían para triangular o para conseguir los dólares para cosas que nunca iban a entrar al país”, dijo Panza. Luego esos dólares reingresaban al circuito a una mayor cotización, lo que resultaba en un gran negocio para el falso importador.

El nuevo Bono del Banco Central

Para tratar de abordar este problema, se lanzó este bono. “Los dólares siguen sin estar. El Estado estas últimas dos semanas ha juntado 1.200 millones de dólares. De acá a llegar a 55.000 millones hay un tramo bastante largo. Entonces se va a suscribir un bono que tiene una máxima fecha de vencimiento para casi dentro de 4 años, el 31 de octubre del 2027”, explicó Panza.

Estos se licitarán, los importadores los adquirirán en pesos, y en el momento que venza cada una de las deudas, y deban ser canceladas, el Estado va a pagar en dólares. “Los bonos pagan un interés y después cuando el bono venza se devuelve en dólares. Y sino se pueden vender ahora anticipadamente, al valor que estos tengan en el mercado y así van a conseguir dólares para pagar algo de lo que tenían que comprar y poder saldar algunos compromisos”, dijo Panza y agregó: “Esto es una especie de préstamo puente. Está emitiendo el Banco Central para poder conseguir financiamiento en pesos y después, en la medida de las posibilidades y con vencimientos preestablecidos va a irlos pagando en dólares”.

Los objetivos

Según Ricardo Panza, estos bonos tienen dos objetivos: “El primero es secar la plaza de pesos, ósea que los importadores que tienen muchos pesos que los pongan en este bono y este de alguna manera funcione, no es que sea lo mismo, pero funcione como un equivalente a las Leliqs. Ósea, va secando la plaza y va esterilizando e impidiendo que el exceso de peso genere inflación o hiperinflación”.

El segundo objetivo es el ya mencionado: “Los importadores que ahora tienen pesos para pagar las importaciones, pero los tienen convertidos en bonos, saben que en algún momento o por el vencimiento de estipulados o porque cancelación anticipada van a ser convertidos en dólares y van a poder pagar”, dijo Panza y añadió: “Así que es una medida positiva en tanto y en cuanto al sistema funciona y que los importadores los compren por supuesto”.

Además, para a los importadores falsos el negoció finalizó. “Muchos de esos no se van a presentar a comprar los bonos porque: ¿para qué lo va a comprar a 800 más los impuestos, que representan 940, para poder venderlo acá a 990? No compensan los costos de transacción”, comentó Panza. Eventualmente esta situación debería revelarse cuando no todos los deudores de los 55 mil millones estimados se presenten a adquirir el bono. “Va a saltar automáticamente aquello que no correspondía a importaciones legítimas. Eso es un poco la esencia de lo que uno espera que suceda si todo sale bien”.

Los riesgos

Si llega el momento y al Estado le fue mal y no tiene los dólares para pagar, estos bonos tendrán que reprogramarse y será otra decepción. Tal vez los bonos caerán en cotización y se desplomarán y serán bonos basura como tantos otros que ha emitido el gobierno en otras oportunidades. Es una apuesta fuerte, pero es una apuesta para solucionar un problema que no ha sido generado por este gobierno”, explicó Panza.

Otros riesgos son que esa puerta de cambio de pesos presentes por dólares futuros no se utilice solo para los pesos que deben garantizar una importación, sino deudas financieras, remisión de utilidades e incluso compra de dólares para atesoramiento.

Por otro lado, empresarios pymes endeudados con proveedores del exterior han expresado su descontento con la medida, alegando que no les ofrece ninguna solución, puesto que no pueden pagar sus deudas con el bono y, si quisieran vender el título en el mercado secundario, enfrentarían un recorte en el valor. El problema de fondo es que los proveedores extranjeros perdieron la paciencia y ya decidieron dejar de embarcar insumos a empresas nacionales.

 

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