“Cruzar el oceano: Inmigración, familia y trabajo”, el nuevo libro de EUDEM

En el marco de los 150 años de Mar del Plata, la Editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata (EUDEM) continúa presentando la colección “Mar del Plata, entre el mar y la Pampa” que tiene como objetivo el abordaje histórico de la ciudad desde distintos focos. En este caso, “Cruzar el oceano: Inmigración, familia y trabajo” apunta a la formación de la sociedad a partir de los movimientos migratorios, actividades laborales y la formación de familias.

Bajo la dirección de la historiadora y profesora emérita de la UNMDP, Elisa Pastoriza, EUDEM continúa profundizando en el objetivo de generar contenido que capture el proceso social que ha tenido, y aún hoy tiene, la ciudad. Tras lo que fue la inauguración con los títulos “Mar del Plata vertical”, de Víctor Pegoraro, “La pequeña Italia”, de Bettina Favero y “Sufrir en la Feliz” de Adriana Álvarez”, las presentaciones continúan y, en este caso, la autora convocada fue María Liliana Da Orden quien dialogó con Portal Universidad para contar sobre su investigación.

La construcción de Mar del Plata tal como se la conoce hoy en día es producto de varios factores. Uno de ellos, sin dudas, es el de las migraciones que han conformado los cimientos del principal centro turístico del país. En este caso, Da Orden se detiene en este fenómeno desde comienzos del Siglo XX hasta 1960. “La idea fue hacer un libro que abarcará distintos colectivos y que sirva no solamente para conocer un poco más de historia, sino también para pensar el presente. Fue bastante difícil decidir qué grupos migratorios tomaba entonces opté por lo que serían la tercera y cuarta minoría que son los libaneses y los sirios y, por otro lado, los judíos”, expresó.

Que el enfoque de la investigación sea ese permitió abrir el espectro y entender la complejidad de la sociedad marplatense que, pese a esto, supo convivir sin grandes conflictos pese a las diferencias culturales y religiosas. “Me parece que lo que pasa en Mar del Plata tiene bastante que decir a lo que pasa en los grandes centros migratorios de nuestro país que es algo que nosotros muy poco valoramos en el sentido de que esto no generó conflictividad, hubo relaciones más o menos tensas como la vida misma, pero no conflictos políticos o sociales fuertes como estamos viendo lamentablemente en tantos lugares del mundo”.

La necesidad de entender a Mar del Plata como parte de un circuito migratorio también se volvió fundamental para poder interpretar otros fenómenos. “Se me cruza un caso muy emblemático que es el de los padres de Ástor Piazzolla, que fueron y vinieron por lo menos tres veces a Estados Unidos con otros parientes. Estamos hablando de la década de 1920 que las comunicaciones no eran tan fáciles y la gente se movía. Eso es algo interesante y admirable y a la vez te hace pensar en todo lo que traería esa gente de las costumbres de lo que veían en otros lugares y lo incorporaban. Ellos mismos eran portadores de novedades en su propia vida”,detalló.

El impacto que fue teniendo en Mar del Plata la llegada y permanencia de inmigrantes fue dándole también una fisonomía bien determinada a las formas de trabajo. “A fines del siglo XIX, el 80% de los de los albañiles, porque no había otro oficio, eran italianos o hijos de italianos. Mientras que los españoles se ubicaban en el comercio, los almacenes y hoteles. Eso ya daba un impacto muy fuerte en lo económico,un trabajo familiar que generaba la formación de empresas que en muchos casos estuvieron vigentes hasta fines del siglo XX y algunas continúan”, apuntó.

El diseño del paisaje también estuvo determinado por estas olas. “El paisaje urbano marplatense no se podía haber hecho sin el trabajador ni empresarios migrantes. Casi todos centros (españolesm italianos, libaneses, sirios y judíos) son grandes edificaciones, de dos o tres plantas ubicados en lugares céntricos. Eso fue un trabajo y un esfuerzo hecho a pulmón sin ningún tipo de ayuda con gente que se asociaba por la voluntad de tener una expresión colectiva de su propia experiencia. Ahora, lamentablemente, solo quedan estos grandes edificios y es difícil mantenerlos. Por eso ahora el desafío ahora sería volverles a dar un sentido”, argumentó.

En relación a la religión, la convivencia de múltiples creencias también convergió en “La Feliz”. “Los maronitas, que son una rama del catolicismo romano, pero también en los ortodoxos, los musulmanes, los judíos y los católicos, claro, se incorporan a la ciudad portado por estos inmigrantes que se nuclean también en sus propias templos. Entonces hay muchas manifestaciones diversas que le dan su aporte a esta nueva sociedad y que a la vez se entrecruzan entre sí y se entrecruzan con la ‘argentinidad’, con toda esta esta cosa patriótica que emerge al mismo tiempo que la inmigración porque se ve desafiada”.

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