Mar del Plata vertical: cuando el auge de la edificación puede vulnerar el patrimonio histórico de la ciudad

Una de las actividades más importantes del siglo XX en Mar del Plata fue la industria de la construcción. Inicialmente, con la creación de chalets para vivienda y veraneo, la ciudad fue creciendo en número de habitantes y extensión. Hoy, el fenómeno de la urbanización y el crecimiento constante de las metrópolis genera la necesidad de levantar grandes edificios que puedan albergar la mayor cantidad posible de huéspedes.

Este auge de la edificación abre el debate con respecto a cuáles son los límites a la hora de construir, y si se prioriza el patrimonio histórico sobre la idea de progreso. Desde Portal Universidad dialogamos con Víctor Pegoraro, historiador y autor del libro “Mar del Plata vertical. Piqueta, construcción y progreso”, quien nos brindó más detalles sobre la historia de la construcción vertical en la ciudad y su situación actual.

“Mar del Plata vertical: piqueta, construcción y progreso”, libro de Víctor Pegoraro

En la mencionada obra, Pegoraro efectúa un abordaje histórico de Mar del Plata desde 1930 hasta mediados de los 70′. Con respecto a la gran transformación que se dio durante el transcurso de estos años, afirmó: “Si bien fue un proceso extenso, si uno lo compara con otras ciudades observa que se da en muy pocas décadas. Fue muy concentrado, sobre todo a partir de la sanción de la Ley de Propiedad Horizontal en 1948. Aquí se produce un boom, una euforia inmobiliaria. Las avenidas se pueblan de departamentos y edificios, mayormente de doce y trece pisos de altura. Es aquí cuando Mar del Plata deja de ser esa villa balnearia y se convierte en una ciudad moderna”.

Los elementos transformadores del paisaje

Para Pegoraro, son tres los elementos que transformaron el paisaje arquitectónico tradicional de la ciudad: “En primer lugar, los hoteles, que a partir de la década del 30′ iban a estar más cerca de la costa y tener mayor altura para lograr una mejor vista del mar. Esto es algo que décadas anteriores no ocurría, ya que si bien existían hoteles, ellos no sobrepasaban las dos o tres plantas” expresó.

“A partir del 30′ se empieza a ver hoteles de ocho pisos e incluso más, como el hotel Rivera, ubicado aún en Belgrano y Buenos Aires, que con sus doce plantas fue por unos años el edificio más alto de la ciudad, algo a principios de los 40′ era muy importante”, agregó.

Fuente: Télam.

Con respecto al segundo elemento, el historiador manifestó: “Son las primeras casas de renta o edificios de renta, así se los conocía en las décadas del 30′ y 40′. Más tarde, pasaron a ser parte del régimen de Propiedad Horizontal, que permite construir y acelerar un negocio inmobiliario y traerá como consecuencia cientos de departamentos en edificios que se van a situar y a construir principalmente sobre las avenidas Colón, Luro y toda la costa”.

Con la entrada en vigor de la Ley de Propiedad Horizontal en 1948, se produce un boom de la edificación en altura en las principales ciudades del país. Mar del Plata fue la primera de ellas en donde se produjo este auge, que generó un cambio radical. Al respecto, Pegoraro manifestó: “Los edificios de propiedad horizontal llenaron el centro en vertical y proliferaron principalmente en las avenidas. Ellos se extendieron hasta Playa Grande, naciendo algunos ejemplares también frente al Parque San Martín, donde el metro cuadrado iba a ser más caro. Tendremos unidades de temporada, especialmente en la Avenida Colón, donde se construyeron pisos de un promedio de doce o trece plantas, algunos incluso mayores. Y en los 60, el auge será aún más importante con los edificios tipo torre, un ejemplo de ellos es el edificio Havanna”.

El boom edilicio también favoreció a las empresas constructoras, nacidas en su mayoría a partir de la labor de pequeños emprendedores del rubro que, a raíz del auge, terminaron convirtiéndose en grandes empresarios en la década del 60′.

Edificando sobre “lo ajeno”

Con respecto a la construcción efectuada a partir de la demolición de estructuras que bien podrían haber formado parte del patrimonio arquitectónico, Pegoraro afirmó: “En esas épocas no existía una conciencia por preservar lo antiguo. Lo demolido se creía que era algo ajeno a los marplatenses y que había cumplido su función, ya sea al alojar a turistas de élite o a visitantes que lo hacían por pocos meses. Se trataba de aprovechar las condiciones imperantes y vender los departamentos para el mercado interno, sobre todo a turistas de Buenos Aires. Así, la idea era comprar la propiedad y demoler todo lo que había, fuera un bien patrimonial de valor arquitectónico o no. Se destruyó todo, fuere cualquier comercio, construcción baja o chalet de piedra local”.

“Históricamente también hay una lógica de renovación. Como Mar del Plata es un destino que alberga turistas, siempre tiene que mostrar algo nuevo. Cada temporada tiene que ofrecer un nuevo servicio, algo que en la anterior no existió. Por eso, estos grandes chalets y villas balnearias también tuvieron cambios rotundos. Muchos de ellos incluso se demolieron tras diez o veinte años de estar en pie”, puntualizó.

La edificación genera una controversia entre lo edificado y la falta de vivienda. Al respecto, Pegoraro expresó: “Gran parte de esos departamentos y edificios estaban vacíos durante el año, cuando al mismo tiempo había una población permanente que no podía acceder a una vivienda. Entonces, por un lado existe una oferta edilicia muy grande, pero por el otro hay un déficit habitacional que se va haciendo estructural”.

Fuente: Télam

“Lo que sucede es que Mar del Plata se ha complejizado mucho y ofrece diferentes servicios y actividades todo el año. Vemos que, en lo que llamo el mercado inmobiliario del ocio, las mayores oportunidades de construcción y compraventa se dan al vender fuera. En zonas como Playa Chica hoy observamos edificios que se ofrecen para una demanda de clases medias y altas. Y esto está transformando todo el paisaje bajo de chalets que conocíamos”, remarcó.

Finalmente y con respecto a la discusión sobre la construcción vertical, el historiador entiende que a partir de mediados de la década del 70′, la expansión empezó a discutirse dentro de la opinión pública. Al respecto, afirmó: “Muchos empezaron a preguntarse sobre las razones por las que se construía  tanto, si en definitiva no se generaba desarrollo. Una vez que esto se pone en tela de juicio, hay un cambio de paradigma, y creí conveniente terminar mi libro situado en esa época justamente para pensar no solo a la ciudad histórica de la década del 70′ y anteriores, sino también la actual, en medio de otro boom vertical, donde hay demanda de terrenos, construcción y nuevas torres”.

“Mi libro también pone en tela de juicio el discurso del progreso y la modernidad, ya que ha traído la destrucción de gran parte del patrimonio arquitectónico. En este sentido, se vuelve a pensar el formato urbano creando conciencia, porque si bien por un lado existe una actividad muy importante como es la construcción, por el otro tenemos una falta de defensa del patrimonio histórico marplatense”, concluyó.

 

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