De los clubes de barrio a las grandes marquesinas: cómo nació y creció el teatro en Mar del Plata

Foto: Primer teatro Colón y confitería Jockey Club en 1892″. Fuente: José Alberto Lago.

 

La cartelera teatral es uno de los atractivos principales que tiene para ofrecer la ciudad de Mar del Plata y que acompaña a la ciudad desde sus orígenes. Sin embargo, muchos marplatenses desconocen o les cuesta imaginar cómo se gestó y qué características tenía esta expresión artística hace 150 años, cuando se fundaba la ciudad.

Para conocer más detalles sobre la historia del teatro marplatense, desde Portal Universidad nos pusimos en contacto con Gabriel Cabrejas, magister y doctor en historia, profesor de letras y docente de Estética del Cine e Historia del Arte desde hace más de 30 años en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP).

En cuanto al surgimiento de la fuerte impronta teatral en la identidad marplatense, Cabrejas explicó: “El teatro en Mar del Plata nace con la ciudad, porque las comunidades inmigrantes italianas y españolas son las primeras en tener espectáculos folclóricos de identidad y comunidad étnica. El teatro Colón fue una creación de la Sociedad Española de Socorros Mutuos y se erige justamente con la finalidad de convocar a los coterráneos, los congéneres, de una sociedad inmigracional. Pensemos que, según el censo de 1910, un 47% de los habitantes de la región no habían nacido siquiera en Argentina. Nuestros bisabuelos tuvieron en estos lugares la posibilidad de encontrarse a través de la vocación por las danzas, la zarzuela y otras expresiones. Fue en este contexto que surgieron los locales de baile vernáculos, que son las primeras manifestaciones del teatro local”.

El rol de los Clubes Sociales y Deportivos

Fue tras esos inicios que entró en escena una figura fundamental para albergar la actividad, el club social y deportivo. Al respecto Cabrejas dijo: “A medida que se van construyendo los barrios de clase media, en el barro, aún lejos del centro de la ciudad, comienzan a aparecer los clubes sociales y deportivos, la Liga Marplatense de Fútbol básicamente, que tiene también más de 100 años. Estos clubes, muchos de los cuales tienen nombres de sus émulos o sus modelos porteños como San Lorenzo, River, Boca, Talleres, instalan salones de usos múltiples. En estos salones, los sábados a la noche, como coronamiento de la reunión de los representantes del barrio, tenían veladas teatrales”.

“Mar del Plata tiene uno de los puntos cardinales que no puede crecer, entonces crece hacia el norte, hacia el oeste y hacia el sur, lejos del centro. El centro todavía no existía hasta la creación de las ramblas en los años 40.  En aquella época primaria es en el SUM de los clubes socio deportivos barriales donde se va a concentrar esta población mesocrática marplatense. Se trataba de entidades autárquicas autónomas, que integraban todo lo que existía dentro del barrio: el zapatero, el talabartero, el mercadito, la farmacia, la gente que trabajaba en los oficios como maestras, empleados del municipio, casineros, es decir, la burocracia estatal que solventaba en buena parte el funcionamiento del barrio. Todas estas figuras conformaban un cuadro filodramático”, explicó.

Foto: Interior del Teatro Colón. Fuente: José Alberto Lago.

Asimismo, Cabrejas hizo referencia a las características que tenían esas expresiones artísticas teatrales y dijo: “En ese momento el teatro fue incluso más que el cine, porque permitía la exposición, la exhibición de las habilidades y destrezas del ciudadano convertido en actor amateur. Hablamos de dúos de guitarristas, la violinista de 15 años, el pianista, el que hacía un baile folclórico con castañuelas y ropa típica de sus orígenes. Y estas obras daban paso al posterior baile en el salón central del club social y deportivo. Allí es donde aparecen los cuadros filodramáticos, que son también una manera de abroquelar la identidad barrial. Tienen una finalidad sociocultural de convocatoria y de integración de los pequeños oficios y los empleos de la gente que habitaba el barrio. Todos los actores sociales se reunían en los clubes barriales. Después en los años 50 aparecen las sociedades de fomento y todas encuentran en el teatro, en la puesta en escena, una excusa para la reunión, para la convivencia, para la formación de parejas, para el baile y de encuentro para la gente”.

¿Cómo llegamos a tener una temporada teatral tan masiva en la ciudad?

Cada temporada, miles de personas, turistas y locales, visitan los teatros marplatenses para sumergirse en la trama de las historias y compartir por unas horas el mismo espacio con las estrellas que suben al escenario. Consultado sobre cómo fue el proceso que permitió a Mar del Plata tener una temporada teatral masiva, Cabrejas explicó: “La temporada teatral es algo excepcional a nivel mundial, muy pocos lugares del mundo tienen una temporada teatral en verano. El teatro tiene que ver con nuestra identidad marplatense de una manera explícita y absoluta. En la década del 20 ya teníamos en el Partido Socialista un grupo de afiliados que hacían teatro social. Tuvimos también teatro anarquista, desde 1911 en la Biblioteca Popular Juventud Moderna, pero no se crea el concepto de temporada teatral recién hasta los años 50, cuando se consolidó la clase media con el peronismo y empieza a aparecer la nueva clase media obrera y los hoteles sindicales.

Foto: Exterior del teatro Diagonal. Fuente: Ariel G Zonshain.

En ese mismo sentido, Cabrejas dijo: “Esta clase media es algo que la argentina tiene excepcionalmente en América Latina y que ahora también se pone en duda su futuro y subsistencia. Es con esta clase media que la ciudad se convirtió en algo muy extraño: un balneario habitado por cientos de miles de habitantes, que en el año 1947 ya tenía 123 mil habitantes en la ciudad. Los balnearios siempre se caracterizaron por ser chiquitos, tener poca población, acoger a una cantidad pequeña de pasajeros, con pocos hoteles y algunas casas solariegas para minorías”.

“Al convertirse en una ciudad masiva, comenzó a absorber una cantidad masiva de turistas y fue debido a la fulguración de las capacidades financieras de la clase media argentina que se pudo dar este fenómeno. En ese proceso, el teatro aparece como un aditamento más de un variado menú de opciones que desarrolló para ofrecer una ciudad tan grande y al mismo tiempo, al tener tanta hotelería y atraer tantos visitantes, eso logró convocar a las grandes compañías teatrales”, sintetizó.

El teatro Independiente y la actualidad

Conforme fue avanzando el tiempo y la ciudad fue creciendo, comenzó a crecer el teatro independiente y autogestivo en la ciudad. Sobre este aspecto, el historiador expresó: “La historia continúa en los años 50 con el radioteatro y en los 60 con el teatro independiente, ya con directores profesionales formados en el conservatorio. La mayoría eran inmigrantes internos de Buenos Aires y se constituyen en instituciones teatrales que tienen la pretensión de tener su propio edificio teatral. Sobre la avenida Eva Perón (hoy Independencia) se ejecutó el plan de construir un edificio de nueve pisos dedicado al teatro, un edificio directamente teatral, a la usanza del teatro municipal General San Martín. Se proyectó en la ciudad con locales de alquiler para a su vez sostener los gastos de su mantenimiento y contaba con albergues y un pequeño hotelito para las compañías que vinieran de Buenos Aires para hacer la temporada. Pero el negocio era de los empresarios. Los grandes directores independientes de los 60 querían tener su propia sala y nunca lo lograban porque a lo sumo alquilaban y después los empresarios les pedían el lugar en verano para alquilarlo a las grandes compañías y los elencos visitantes”.

Foto: Teatro San Martín. Fuente: Fotos de Familia.

En cuanto a la actualidad del Teatro independiente en la ciudad, Cabrejas manifestó: “El teatro independiente tuvo un auge extraordinario en los últimos 30 años. Con el Galpón de las Artes y el Séptimo Fuego, antes con el Cortázar. A partir del 93, 94, empieza a haber un desarrollo del teatro independiente con su propio público y con el apoyo subsidiado del Instituto Nacional del Teatro. Esto ha hecho que Mar del Plata sea, más allá de lo que sucede en la temporada, una verdadera fragua, una forja de actores, de directores y de público propio. Hoy debe haber por lo menos 10 centros culturales funcionando. El año pasado había por lo menos 12 en zonas barriales. No se podría decir otra cosa que no ha sido un éxito histórico el devenir del teatro marplatense”.

Sin embargo, el complejo panorama económico y político que atraviesa el país generan preocupación en el ámbito teatral. Al respecto dijo: “Hoy el teatro está en pausa y preguntándose cómo va a sobrevivir. En sólo dos meses se derrumbó en cuanto a expectativas. Sigue habiendo mucho público propio, cautivo, pero también de taquilla, que paga y permite ahorrar para el invierno. Pero la realidad es que quizás asistamos al cierre de muchos espacios durante el invierno. Los que son productores van a sobrevivir, aunque en invierno se dediquen a otra cosa o cierren para evitar los gastos. Se pone en duda la continuidad de tasas de impuestos subsidiadas de carácter municipal, en muchos casos tienen tarifas de servicios más baratas como entidades culturales y como micro emprendimientos culturales. En este contexto, su existencia empieza a estar en entredicho, tanto como la del carnicero del barrio, la de la zapatería, la de la pequeña empresa. Cuando la gente pierde el trabajo, al teatro no va a ir, esto es inevitable. El panorama no puede ser sino oscuro. Si se suprime todo el apoyo estatal para financiar estas pequeñas empresas culturales por mera ideología y a su vez el público deja de asistir por tener que rebuscarse para sobrevivir, evidentemente el teatro corre riesgo, así como todas las actividades culturales”.

Foto: Sala del espacio teatral Cuatro Elementos.

Más allá del preocupante escenario que se cierne sobre la actividad, el historiador se mostró confiado sobre la supervivencia del teatro como modo de expresión artística y dijo: “Quizás sea por razones psicológicas, de nuestro temperamento, de nuestra idiosincrasia, pero al teatro los argentinos lo llevamos en la sangre. Cualquier pueblito tiene un teatro. Todas las ciudades que a vos se te ocurran, desde Ushuaia hasta Tartagal, tienen un teatro local con un grupo filodramático. Ni hablar de la calle Corrientes en Buenos Aires, que me podría llegar a aventurar a decir que tiene más espectáculos que Nueva York o Londres, el teatro está presente en el ADN argentino”.

 

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