Doncellas, un conde y un loco: la particular historia que dio paso a una extraña festividad inglesa
Por Mariano Pirruccio*
Seis meses después de que la selección de fútbol profesional de Inglaterra clasificara para el mundial de Qatar, en un pequeño pueblo costero ubicado a 300 kilómetros de Londres una particular festividad con doncellas, un loco, un conde y otros personajes pintorescos revoluciona, como cada año, la tranquila vida de sus habitantes.
Como suele ocurrir en diferentes partes del mundo, las festividades y costumbres de cada pueblo tienen su correlato en fascinantes historias arraigadas en lo profundo de cada cultura, teniendo entre sus principales temáticas la venganza, la traición, conspiraciones, etc.
Este es el caso de la localidad inglesa de Combe Martin situada en el condado de Devon, en donde sus habitantes disfrazados con excéntricas y coloridas vestimentas buscan a un conde que se escapó de Irlanda en 1607, para ajusticiarlo por su traición.
Se trata de la “caza del conde de Rone” alrededor de la cual se lleva a cabo un festival cargado de colores, música, danzas y alcohol. Sobre todo, alcohol.
¡Atrapen al conde!
Todo comienza el último viernes de mayo por la tarde, cuando un puñado de granaderos vestidos con trajes rojos del siglo XVII; puntiagudos sombreros con flecos y, por supuesto, sus rifles, son acompañados por los aldeanos del pueblo en una procesión hasta un bosque cercano llamada “Lady’s Wood”, en donde se encuentra escondido el conde.
El camino es musicalizado por los lugareños del pueblo con tambores de guerra y acordeones, que marcan un ritmo festivo al igual que militar.
Así finaliza el primer día de actividades ceremoniales en Combe Martin.
Las cantinas se abarrotan de turistas y lugareños que celebran entre bailes y cervezas el comienzo del festival. Toda actividad que no se relacione con este acontecimiento se detendrá ya que, en este pueblo de casi 3000 habitantes, los próximos 3 días serán feriado.
Ahora es tiempo de hablar de nuestro tan buscado conde: el protagonista de la historia se encuentra disfrazado con un traje hecho de saco de arpillera; en el rostro, una máscara roja y negra de estilo tribal y en el cuello un collar de galletas marineras unidas por una delgada soga artesanal. Por el momento, este personaje no aparecerá en escena.
Al día siguiente se repite la misma simulación encabezada por los guardias y aldeanos, aunque esta vez se encuentra dirigida a los niños del pueblo con el fin de que aprendan sobre esta tradición. Los niños participarán de la procesión hacia el bosque para buscar y ajusticiar al conde, aunque sin éxito.
El domingo todo comienza nuevamente, con la diferencia de que esta vez se encontrarán presentes todos los insólitos personajes que faltaron en las jornadas anteriores: el conde -que esta vez sí será encontrado-; doncellas bailarinas; un hombre disfrazado como un caballo de juguete (Hobby Horse); cordeleros, un maestro de ceremonias, un burro (real) y un “loco” con una escoba. En este día el atuendo es algo muy serio.
En la última jornada del evento, el conde es capturado por los guardias reales y transportado hacia el pueblo encima del burro al revés, de cara hacia la cola del animal, mientras es seguido por todos los personajes, vecinos y turistas que participan, abucheando silbando al traidor.
Mientras la procesión marcha al compás de los bombos por las zigzagueantes calles de Combe Martin, en ciertas estaciones los granaderos se detienen para fusilar reiteradas veces al conde recibiendo la ovación de todos los presentes, excepto de dos de ellos: el “Hobby Horse” y “el Loco”. Estos dos actores, tendrán misiones importantes en el evento.
El Loco -vestido con un sombrero de flecos colorido que combina con la botamanga de su pantalón y en las manos una vieja escoba de paja- es el encargado de resucitar al conde con su “magia” cada vez que sea asesinado por los guardias, ya que debe llegar con vida hasta la orilla del mar en donde su cuerpo será “arrojado”.
Tanto el Loco como el Caballo son los responsables de incentivar/chantajear a los turistas que ven el espectáculo callejero para que brinden donaciones que serán destinadas a financiar los atuendos para el año siguiente, como también a obras benéficas.
En caso de que una persona se niegue a aportar, el Loco procede a mojar su escoba en la zanja más cercana para luego rociar con ella al temerario espectador. Si esto no funciona, el Hobby-Horse –quien se encuentra vestido con una máscara tribal, un sombrero de punta con flecos, un miriñaque con tiras de colores y una tela marrón que lo cubre hasta las rodillas– procede a agarrar la ropa de la víctima con su boca hecha de plástico que sobresale del atuendo, deteniendo a su prisionero hasta que el aporte económico se realice.
Finalmente, luego de varias resurrecciones y parates en cada cantina para refrescarse, la festividad llega a orillas del canal de Bristol, donde los guardias alineados en pelotón, pondrán punto final a nuestro conde. En ese momento, el Hobby-Horse se posiciona sobre el cuerpo del conde que yace en el suelo cubriendolo en su totalidad y remplazando al “cadaver” con un muñeco que sacó de adentro de su disfraz, el cual será arrojado al mar
entre los aplausos y el júbilo de los presentes que vitorean y bailan en la arena.
El verdadero conde se marcha del lugar, escondido dentro del miriñaque del caballo para volver el próximo año a repetir esta particular tradición.
Hugh O’Neill, el conde traidor
A pesar de que en los libros de historia no se encuentran establecido los motivos fundacionales de este evento, la teoría más divulgada por los lugareños de Combe Martin es que esta festividad recrea la travesía realizada por Hugh O’Neill, segundo conde del condado de Tyrone y posterior jefe del clan O’Neill de Irlanda, quien luego de sucesivas derrotas contra la corona inglesa decidió huir a España junto a otros condes en 1607, evento que luego fue bautizado como “la fuga de los condes”.
Según diversas fuentes, uno de los motivos principales del exilio de O’Neill fue el descubrimiento por parte de la corona inglesa de un complot entre los condes en su contra, la cual recientemente se había instalado en tierras irlandesas gracias a sus sucesivas victorias.
Se cree que, en medio del escape, la embarcación que transportaba a O’Neill encalló en Raparee Cove, una localidad cercana a Combe Martin.
Según cuenta la leyenda fue allí que el conde se escondió de sus perseguidores en un bosque y, por varios días, su único alimento fueron unas galletas marineras que llevaba consigo desde el barco. Finalmente, días más tarde fue capturado por un grupo de granaderos.
A pesar de esto, no existe registro que O’Neill haya pisado Combe Martin, lo que genera aún más inquietudes acerca del origen de este evento.
Teorías y actualidad
Prohibida desde 1837 por ser catalogada como “libertinaje” y “comportamiento de ebrios”, la caza del conde de Rone se volvió a establecer como evento a partir de 1974, con la estipulación de un consejo organizador integrado por vecinos del pueblo.
Entre las teorías más divulgadas por los lugareños sobre el origen de esta costumbre se encuentran las huellas de los juegos medievales disputados antiguamente en el condado.
Otra teoría, afirma que se trataría de costumbres precristiana o paganas, que han sobrevivido adherida a la leyenda de O’Neill.
“Cualquiera sea la historia, nada de eso determina realmente lo que sucede en estos días. ¡Lo que definitivamente es La caza del conde de Rone es Combe Martin celebrándose a sí mismo!”, expresa el sitio web oficial del evento.
A modo de conclusión, esta festividad no solo se encuentra enmarcada en una historia fantástica de tiempos antiguos cuyas raíces son ambiguas, sino que también se halla muy presente en la actualidad por la participación de los vecinos y turistas que llegan a Combe Martin y promueven su realización y actualización constante.
Según parece, la tradición anda en burro y mira hacia adelante, tanto como hacia atrás.
*Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos del Taller de Redacción para Medios Digitales, correspondiente a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.