¿El rojo está prohibido?

Por Javier Moreno Iglesias*

 

El concepto de “zona roja” es europeo y designa a un territorio donde las trabajadoras sexuales ofrecen sus servicios. Rojo era el color de la pollera, o de la cartera, pero sobre todo, rojo era el lápiz labial. Que lo rojo sea “la zona” también alude a la temperatura, a lo caliente. Hoy, no necesariamente las prostitutas se visten de rojo, y zona roja además puede referirse a un territorio donde también son varones quienes ofrecen sexo.

Desde los años ochenta y antes se tiene conocimiento de la presencia de trabajadoras sexuales a lo largo de la Avenida Champagnat, sobre todo desde la calle Beruti hasta la ruta 88. Durante los años noventa una organización informal que luego se registró en Personas jurídicas como GTM (Grupo Transparencia Mar del Plata) selló pactos con la Comisaría Cuarta para localizar ordenadamente a las mujeres trans prostitutas en la Avenida Luro desde Champagnat hacia la Avenida Jara. GTM utilizaba el modelo legendario de “cobrar plaza” a cambio de protección, es decir percibir una remuneración por el uso de una esquina, brindando a cambio apoyo y asesoramiento en caso de conflictos con personal policial.

En un tiempo en que estaba vigente el artículo del Código contravencional que prohibía “vestirse con ropa de otro sexo en la vía pública”, era muy riesgoso circular por la calle siendo trans, pero estando afiliadas a GTM, tenían la seguridad de que no se las detendría ya por ese motivo. Cada trabajadora debía pagar un canon semanal con el cual se sostenía el papeleo de la organización, se solventaba un comedor infantil donde además se hacían eventos a beneficio y la Elección anual de la Reina Trans. Se le pagaba mensualmente al abogado Cristian Moix, “El Gitano” (conocido también por su defensa a los grupos neonazis en el año 2018). Contaba con una comisión directiva,  íntegramente formada por mujeres trans, también trabajadoras sexuales o que habían ejercido ese trabajo. Seis días por semana la secretaria tomaba asistencia.

Quien no asistiera a su esquina tenía una multa, no se podía descuidar la zona, había “lista de espera” para ocupar esquinas en ese circuito, ya que las que trabajaban por la Avenida Champagnat estaban más expuestas a la discrecionalidad del poder policial. También se aplicaban multas cuando alguna se ausentaba de eventos, o de la reunión mensual que se realizaba en Irala 4860, hogar de la líder del movimiento. La secretaria cobraba una comisión por cada multa aplicada por lo cual era muy ejecutiva en el control de los reglamentos.

GTM proporcionaba preservativos, charlas preventivas de ITS y sobre cómo manejarse con la policía y con determinados clientes, y daba semanalmente bolsitas higiénicas en las cuales guardar todos los residuos al terminar la noche. Era importante mantener la zona de intercambio limpia y buenas relaciones con las vecinas y vecinos.

En los últimos años en que fue operativa esta organización, ya habiéndose derogado el artículo del Código que criminalizaba la vestimenta no adecuada por sexo (en 2004), aprobado la Ley contra la Trata de personas (Ley 26.842/12) y habiendo triunfado el derecho a la identidad de género (Ley 26.743/12), hubo cambios significativos en el movimiento. El rol de gestión de una zona roja ahora estaba claramente caratulado como explotación sexual, nadie podría ganar dinero del trabajo sexual de otra persona.

La protección de la policía se hacía menos relevante ya que solo estaba prohibida la “oferta sexual escandalosa en la vía pública”, por lo cual quedaban menos pretextos para continuar pagando “plaza”. Habían comenzado a arribar a Mar del Plata muchas trabajadoras sexuales trans migrantes, sobre todo de Perú, Ecuador y República Dominicana, y con ello la zona roja se fue tornando en un espacio de narcomenudeo.

Muchas de las trabajadoras sexuales argentinas, según sus propios relatos, se mudaron a La Perla, otra zona tradicional de oferta sexual, queriendo desvincularse de aquella dinámica y del mote de “narcotravesti” que ya estaban utilizando los medios. Otras, argentinas y más jóvenes, comenzaron a habitar los alrededores de la Vieja Terminal de ómnibus. GTM debió aggiornarse y dejó de cobrar plaza a las argentinas, para sí continuar haciéndolo con las trans migrantes.

Tacos Blancos

Los vecinos y vecinas de los barrios Don Bosco, Los Andes y Sarmiento, comenzaron a organizarse, hacer denuncias en la Defensoría del Pueblo, presentar notas en el Concejo Deliberante y en Secretaría Privada del intendente; y a expresarse incluso en la calle.

Foto: Reclamo de vecinos en Barrio Los Andes.

Personas clave en el armado y gestión de GTM, a través de sus militancias políticas, lograron insertarse en el Estado, algunas hasta ser funcionarias, y cambiaron radicalmente su discurso con respecto al trabajo sexual. Se plegaron al enfoque mayoritario sobre la prostitución que plantea que se debe abolir sin criminalizar. Este discurso es hoy hegemónico y según la palabra de las protagonistas, no ha colaborado en nada a aliviar las problemáticas asociadas a la zona roja.

En 2017 se dio a conocer la causa Tacos blancos, por la cual se detuvo a 13 personas, entre quienes había 5 policías, por favorecer el proxenetismo y por narcotráfico. Se secuestraron 2500 kilos de cocaína, vehículos, motos, celulares, gran cantidad de dólares. Se comprobó que había toda una red que se proponía atraer a trans peruanas a Argentina, para luego quedarse con sus documentos, dificultando que pudieran hacerse el cambio de género en el RENAPER e involucrándolas en un plan de pago para devolver dinero prestado.

En esta causa judicial cayó la principal e histórica organizadora de GTM, Mara Cambarelli. Se la acusó de ser la cabeza de la asociación ilícita y desde la cual articulaba con la policía para establecer la zona-liberada-roja. Cambarelli terminó recientemente su condena de prisión domiciliaria y durante la pandemia tuvo apariciones en los medios, ligada a la Red de personas viviendo con VIH en colectas de alimentos para las mujeres trans.

Hacia una regulación del trabajo sexual

El caudal de denuncias de vecinas y vecinos se fue acrecentando, como así también las manifestaciones en la calle, llegando a haber marchas en la zona roja al caer la tarde durante el verano de 2022.

El intendente, Guillermo Montenegro, se comprometió con los vecinos y replicando una ordenanza de la ciudad de La Plata, delegó en el concejal Nicolás Lauría la redacción de una norma similar. En su sesión del 24 de junio, el Concejo Deliberante aprobó la ordenanza para regular el trabajo sexual,  con votos del interbloque de Juntos por el Cambio y el concejal Lauría. El Frente de Todos y Acción Marplatense votaron en contra. El dictamen final para la aprobación se construyó a partir de siete diferentes proyectos que se venían trabajando en las comisiones. La norma determinó que la oferta de sexo en la calle solo podrá darse en horarios y lugares designados para ello por el Ejecutivo municipal. También indicó que el trabajo sexual “no podrá llevarse a cabo en lugares en los que hubiere vecinos frentistas con residencia domiciliaria”.

La oposición local hizo declaraciones a la prensa criticando la ordenanza, ya que tiene una orientación punitivista en tanto se disponen allí multas y arrestos para quienes no la cumplan.

Tras la aprobación, el intendente dio un plazo de 45 días para recibir propuestas de posibles lugares a ser enmarcados como zona roja, y para realizar reuniones con las organizaciones de trabajadores sexuales. La Secretaría de Desarrollo Social recepcionó la sugerencia de establecer la zona en algunas cuadras sin frentistas en la Avenida Champagnat, Luro entre Tierra del Fuego y Chile, la ruta 88, la plaza Rocha y en la plazoleta a un costado del Museo MAR. Pero Montenegro tomó la decisión de fijar la zona roja cerca del Cementerio a pesar del rechazo de los vecinalistas de esos barrios (Las Canteras, Don Diego, Santa Celina y Florencio Sánchez).

El comité de Lucha contra la Trata y la Fundación Alameda presentaron recursos de amparo para neutralizar la norma, pero el juez federal Alfredo López no hizo lugar alegando fallas en la presentación.

La nueva ordenanza

El decreto que reglamenta la ordenanza  establece que el único sector en el que está permitido utilizar la vía pública para ofrecer sexo es un tramo en la avenida 10 de Febrero, desde Cacique Chuyantuya hasta Juan Cutay, en el sudoeste de la ciudad, muy cerca de la ruta vieja a Miramar, entre las 22 y las 6 hs.

La normativa comenzó a tener vigencia desde el 24 de septiembre y para controlar su cumplimiento, la Secretaría de Seguridad con sus patrullas municipales más personal policial de la Comisaría Segunda, acrecentaron el recurso humano que ya venía desplegándose en las tradicionales zonas rojas de la ciudad. Ininterrumpidamente desde esa fecha se cuadruplicó cada noche la presencia policial, sobre todo los fines de semana. Se puso además a disposición de vecinas y vecinos, el número de WhatsApp de la Patrulla Municipal 2234368599, para poder denunciar cada vez que haya algún o alguna transeúnte que se presuma que está ofreciendo sexo en la vereda.

Desde la fecha de implementación hasta el último día de noviembre ya se habían elaborado poco más de 200 infracciones a la ordenanza. Además de identificar a casi 500 personas de quienes se presume son oferentes sexuales. Los operativos, principalmente en la zona de Champagnat y Luro, permitieron controlar por lo menos  4500 vehículos,  de los cuales se secuestraron más de 200 por falta de documentación o alcoholemia. Si bien algunas trabajadoras sexuales han sido infraccionadas repetidamente, no se tiene noticia hasta el momento de ninguna sentencia emitida por el Juzgado de faltas aplicando multa, como establece la ordenanza que ocurriría en caso de contar con tres actas seguidas.

Las ex zonas rojas hoy

Recientemente el intendente declaró su satisfacción con los resultados de la ordenanza Manifestó que la zona de Luro y Champagnat, se está poblando de empresas tras haberse realizado una prórroga de los beneficios a la construcción.

Tras iniciativa del concejal Fernando Muro, Mar del Plata demarcó una zona específica para el desarrollo de un Distrito Tecnológico. Así, se convocó a artistas locales a realizar intervenciones en las paredes del barrio. También se hizo en 9 de Julio y Chaco, un festival de Paste Up, una pegatina de posters y stickers en las paredes configurando un collage.

Se están haciendo arreglos en las luminarias, dando mayor intensidad a través de tecnología led y se harán próximamente otras acciones de mejora urbanística. Montenegro agregó que se incentivará la radicación de empresas de base tecnológica reduciendo los impuestos, y se promoverá la construcción y la actividad gastronómica.

No solo hay trabajadoras sexuales mujeres, también hay varones. En general han ocupado la Plaza Rocha, la Rambla y habitan con gusto las apps de encuentros sexuales y las páginas de anuncios sexuales: escuchá el podcast sobre la experiencia de Juan Martín Navarro:

Foto: Juan Martín Navarro, TS y activista (Fuente Clarín)

La lucha de los trabajadores sexuales

Sin embargo quienes ejercen el trabajo sexual continúan rechazando de plano convocarse en la zona reglamentaria. Algunas que han logrado hacerse de una agenda de clientes evitan “hacer calle”, manifiestan que en todo caso es “por un tiempo”. Muchas de las trabajadoras sexuales que han sido infraccionadas no han consultado con ningún letrado y están a la espera de las indicaciones del sector más activista.

Una porción importante de esta población continuó asistiendo a la vieja zona roja, aunque con menos frecuencia, principalmente en la Avenida Champagnat. Las estrategias para evitar los controles fueron nunca más parar de a una, caminar de inmediato cada vez que se perciba a lo lejos las luces azules de los patrulleros, no adentrarse en las calles aledañas donde saben que no hay cámaras y eso favorece los excesos policiales en las requisas, etcetera.

Durante los primeros días de aplicación de la ordenanza, hubo golpizas, amenazas con armado de causas relacionadas con tenencia de drogas, algunas que no portaban el documento de identidad fueron llevadas a la Comisaría para averiguación de antecedentes. Algunas hicieron denuncias por los malos tratos durante el labrado del acta, en la Fiscalía y en Asuntos internos de la Policía.

El Colectivo Autónomo de trabajadores sexuales realizó algunas acciones en señal de protesta contra la normativa local. Se hicieron manifestaciones con banderas y carteles en la misma zona roja, tanto la de Champagnat como la de la Vieja Terminal. Se participó con estas mismas consignas en la Marcha 25N contra la violencia de género, y de la apertura del Festival Internacional de cine en la empalizada que está en el medio del Casino y el Hotel Provincial.

“No al cementerio”, “nos envían a la muerte”, “Mar del Plata es zona roja”, “la zona roja soy yo”, etc. dan cuenta del rotundo rechazo a relocalizarse en la nueva zona. Repudian ese lugar porque entienden que les insumiría un costo y tiempo mayor asistir allí, además de a los clientes. Es una calle poco iluminada, con jaurías de perros, con muy pocas líneas de colectivos, sin techitos en caso de lluvia, en cuyo caso toda la zona se embarra mucho. El tramo de 200 metros no puede albergar la cantidad de trabajadores sexuales que utilizan para sus contactos las cuatro zonas clásicas.

Recibieron adhesiones de legisladores nacionales y provinciales, tanto del Frente de Todos como de la Izquierda; del INADI y otros organismos gubernamentales y también de agrupaciones de defensa de los derechos humanos.

En Mar del Plata los activistas por los derechos de los trabajadores sexuales se nuclean en el Colectivo Autónomo de trabajadores sexuales, la Red de reconocimiento del trabajo sexual con organizaciones en varias provincias, el Colectivo Fuega y Ammar (Asociación de mujeres meretrices de Argentina). Estas organizaciones se referencian como toda una disidencia dentro del movimiento de mujeres y en la Marcha del Orgullo LGBT+ y su principal reivindicación es que la prostitución es un trabajo y se deberían reconocer derechos laborales y sociales a quienes lo ejercen.

 

Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos del Taller de Redacción para Medios Digitales, correspondiente a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

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