Rock nacional, el papel que ha jugado Mar del Plata a través de los años
*Por Zoé Nucciarone
El inicio de la democracia en Argentina significó un antes y después en ámbitos que van desde la política hasta la economía, pero la cultura no estuvo exenta del cambio. Las diversas ramas artísticas necesitaban un espacio en donde manifestar sus deseos e incertidumbres con total libertad, y dentro de estas, la música supo llamar la atención, principalmente el rock.
Hasta los 70´s y principios de los 80´s, este género no había tenido el auge por el que fue reconocido tiempo después. Aunque era escuchado con masividad a nivel mundial, en nuestro país se destacaba por tener un grupo minoritario de fanáticos a los que se les criticaban sus costumbres, entre ellas su vestimenta característica y el pelo largo en los hombres. En las radios se escuchaba tango y se evitaba hablar del rock a menos que se
viera envuelto en una controversia.
Contexto nacional
La poca difusión del género no evitó el desarrollo artístico de bandas como Almendra, Manal, Vox Dei, Los Gatos o Sui Generis, que ya habían comenzado a cantar desde fines de los 60́ s y creado un público, en sus inicios reducido, que los veneraba y que crecía constantemente. Ya en la década siguiente, el país presenció diversos momentos históricos para el género, como el “Acusticazo”, el primer concierto en vivo grabado en vinilo de la historia del rock argentino y considerado el primer Unplugged del mundo, los festivales B.A Rock en capital y el famoso “rompan todo” de Billy Bond en el Luna Park.
El rock se fue convirtiendo tanto en la forma que usaban los jóvenes para diferenciarse de otras generaciones, como en la manera de expresar su oposición al autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. Ya fuese de manera directa en las canciones, con el uso de metáforas en sus letras, como lo supo hacer Charly García, o con disturbios en los recitales, el rock encontró la fórmula para destacarse como movimiento social con ideología propia.
Aunque los recitales eran mal vistos, se permitió su realización con una tensión visible en los ingresos. Era recurrente que en la entrada se llevaran detenidos a fanáticos debido al largo de su pelo o de manera aleatoria, y también que los golpearan al intentar pasar al recinto. A pesar del gran despliegue policial, los conciertos se convirtieron en el sitio en el que los fanáticos podían manifestarse libremente. “Era un lugar donde ibas a protestar contra ellos” contó Alfredo “Freddy” Álvarez, amante del rock nacional y dueño de Abbey Road Concert Bar, a Portal Universidad. A la vez, destacó la importancia del ambiente que se vivía al interior de esos recitales “adentro tenía mucho peso el artista, dentro blindaban esos lugares. Políticamente no convenía suspenderlo, ¿qué haces con la gente? iba mucha gente, provocar una suspensión era peor.”
La Junta Militar también decidió censurar varias canciones de rock y folklore en su famosa “lista negra”, incluso algunos cantantes editaron su disco previamente para evitar recortes posteriores. Los militares también prohibían y perseguían a múltiples artistas, entre ellos Piero y León Gieco, así como al público más joven que los escuchaba, quienes se convirtieron en el blanco de las sospechas.
¡Escuchá la playlist que armamos con algunas de las canciones prohibidas durante la dictadura!
En noviembre de 1977, el Almirante Emilio Massera encabezó un discurso en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad del Salvador donde instó a no seguir el ejemplo de los jóvenes “que se inician en el rock y derivan en la guerrilla”, a la vez que declaró que estos “se tornan indiferentes a nuestro mundo y empiezan a edificar su universo que se superpone con el de los adultos (…) Se continúa con el amor promiscuo, se prolonga en las drogas alucinógenas y en la ruptura de los últimos lazos con la realidad objetiva común y desemboca al fin en la muerte, la ajena o la propia (…)”.
Entendían al rock como sinónimo de revolución y a los jóvenes como personas subversivas que guiadas por la letra de las canciones, tratarían de cambiar el sistema. “Se temía el efecto contagio (…) Las expresiones culturales tienen que ver con cómo se representa la realidad desde una visión, entonces buscaban acallar esa visión para que no fuera compartida” explicó el Licenciado en Historia y Secretario Académico de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Daniel Reynoso, en conversación con Medialab de Portal Universidad.
A su vez que resaltó la importancia de que, desde la historia, se evite hacer alusión a una sola juventud y que, en cambio, se hable de “juventudes” que se identificaron con diversos ámbitos culturales: “Hay algunos que lo hicieron por el lado del rock, otros que lo hicieron por el lado del folklore, algunos por la música disco o la música extranjera. No hay una sola cultura en esto, sino que hay una tendencia a volver a identificarse como joven y con las distintas formas de pensar esto”.
Daniel Reynoso habló sobre el papel de los jóvenes en la dictadura.
La pertenencia se conformó desde diversas aristas, pero todas tomaron un eje central, el papel del rock. “El rock está hecho contra la injusticia, contra lo preestablecido, contra el abuso de estado, es una válvula de escape” comentó Alfredo Álvarez. Y es que no es coincidencia que la visibilidad y masividad de este género se diera con el comienzo de la Guerra de Malvinas. Debido a que el enfrentamiento era contra Inglaterra, se prohibió completamente la transmisión de música en inglés en las radios y se fomentó la escucha de canciones nacionales que años antes habían sido restringidas.
El rock nacional apareció en la tapa de los diarios, comenzó a ser más mediático y muchos cantantes argentinos aprovecharon la oportunidad para cantar sobre temas alusivos al conflicto armado. “El rock todo eso lo señaló y lo trató de combatir con las armas que tenía, al ponerlo en evidencia, nombrarlo, criticarlo. Era la forma que tenían ellos de poder participar de la lucha armada” declaró “Freddy” Álvarez.
La sociedad observó que la dictadura ya no tenía la fuerza de sus comienzos, y empezó a manifestarse, lentamente, con mayor libertad. El rock renace y se vuelve hegemónico. Posiblemente la guerra haya acelerado un proceso de apogeo que si hubiese dado del mismo modo con el predominio de la música extranjera, pero la influencia de otros países se notó con la llegada de la New wave o Nueva ola, en el inicio de los 80´s.
Con un carácter más alegre y liberado, la nueva ola introdujo a grupos como Virus, Soda Stereo, Sumo y Los Twist, para ser parte de la primavera alfonsinista. El rock dejaba de estar reprimido, comenzaba a abordar otras temáticas y a diversificar los estilos, permitiendose ampliar su calidad y proporción musical. La llegada de la democracia se comenzó a sentir en las letras, los ritmos, la exposición mediática y la nueva relación con el público.
“Se notó un aire fresco de libertad, se sentía en la calle” recordó Fernando Blanco, ex miembro de la agrupación local Los Súper Ratones y creador de la banda Nube 9, en diálogo con Portal Universidad. Al haber formado su agrupación en el año 1985, ya en un estadío democrático, habló sobre la postura que tomaron al momento de comenzar a tocar “no queríamos mirar para atrás, ya se había hablado mucho de eso, ya se había peleado mucho, la idea era un poco mirar para adelante”.
El rol de la ciudad
Mar del Plata tuvo una participación activa en la historia del rock nacional. Presenció los primeros recitales de grandes bandas como Almendra o Manal, así como fue testigo de la conformación del dúo Sui Generis. Incluso en 1981, en plena dictadura, se realizó el Festival de la Juventud, que nucleaba música y surf, y que aunque no llegó a prohibirse, si contó con una amplia vigilancia policial.
La apertura del rock nacional luego de la Guerra de Malvinas, en cierto modo repercutió en la ciudad, no en la misma magnitud, pero sí con una gran influencia para los nuevos artistas. Para el Licenciado en Historia, Daniel Reynoso, parte de esa apertura musical se dió en la ciudad con la aparición de las “peñas juveniles de solidaridad, para juntar fondos” que se dieron durante 1982 en pleno conflicto armado, y en donde se tocaban diversas canciones urbanas, de rock y folklore.
Para Fernando Blanco, supuso la inclinación a un rock más distendido “Lo nuestro era un rock más divertido, estaba anclado a los 60´s, al rock clásico”. La agenda cultural empezó a cambiar y paulatinamente se fue conformando el rol que tendría Mar del Plata a través de los años.
Lugares como los boliches Mandioca y Matokos, espacios como el Súper Domo o cines y teatros ya olvidados, como el Teatro Alberdi o el cine Ocean Rex, se volvieron esenciales para las apariciones de los artistas del momento. Mar del Plata aprovechó su potencial de polo turístico y atrajo a personalidades de todos los rubros que además deseaban pasar algunos días en la ciudad.
Uno de los eventos más destacados de la ciudad fue el Rock in Bali realizado el 26 de enero de 1985 en Bali Beach, una playa de Santa Clara del Mar. Este festival contó con la participación de la banda Autobús, Soda Stereo, Fito Páez, G.I.T, y la rápida presencia de Charly García y David Lebón. Luego se llevó a cabo nuevamente el 23 y 25 de enero de 1987 junto a Los Violadores, Sumo, Virus, Andrés Calamaro, y por segunda vez Soda Stereo, entre otros artistas. Con la presencia de miles de espectadores, este festival demostró y señaló el rol que podría llegar a tener la ciudad si el rock decidía considerarla como destino recurrente.
Otra muestra del fanatismo local se dio con uno de los hitos inolvidables de la historia musical de Mar del Plata, los últimos shows de Los Redonditos de Ricota en la ciudad el 19 y 20 de junio de 1999, aunque ampliamente recordados por los incidentes que tuvieron como consecuencia: negocios saqueados, autos incendiados y personas heridas se registraron en las noches de los recitales como parte de un descontrol generalizado del público.
También a nivel internacional, fue sede de los recitales de Queen, Rod Stewart o The Police. El concierto de Queen en 1981 marcó la base de una transformación en la industria musical “Fueron quienes mostraron por primera vez profesionalismo en la Argentina a un nivel artístico, fue la primera banda que vino con respeto hacia el país, trajo lo mejor del momento y sorprendió. Eso cambió el panorama, por primera vez vimos que se podía hacer algo serio” detalló Fernando Blanco.
A pesar de ese entusiasmo inicial, con el paso del tiempo, Mar del Plata dejó de considerarse como locación para números internacionales, principalmente luego de los shows de Rod Stewart y Luis Miguel, ambos en 1989, donde cientos de personas entraron gratis debido a los pocos lugares vendidos.
A la par, en el afán por abarcar y potenciar los múltiples espectáculos de tamaño nacional, se dejó de lado la expansión de la música local. Su espacio en los medios locales era menor, “(el rock) empezó a difundirse gracias al coraje y la voluntad de 4-5 personajes de la ciudad” estableció Blanco y resaltó la figura de Daniel Pérez, el hombre que organizó el Festival de la Juventud y pidió que sea realizara exclusivamente con músicos locales. También destacó el rol de Tito Alfonsín, el primero en tener un programa radial hecho completamente de rock local llamado Aire Libre.
Panorama actual
La falta de apogeo e incentivo de las bandas locales es un fenómeno que se sigue percibiendo en la actualidad. Los protagonistas suelen señalar diversas razones para tratar de explicarlo, entre ellas la centralidad de Buenos Aires respecto a los medios y las tecnologías necesarias para desarrollarse musicalmente, la calidad artística de los músicos actuales, el público marplatense y la poca promoción cultural.
“Es muy difícil vender entradas en Mar del Plata. El público no quiere pagar entrada, está acostumbrado a lo gratis. Ellos mismos prefieren pagar una entrada más cara para ver a un nacional que a un marplatense, incluso cuando es un amigo íntimo” declaró “Freddy” Álvarez. Algo similar estableció Fernando Blanco que nombró como “complejo de pueblo” al fenómeno de desprestigio social que se observa en la ciudad, “la gente dice: cómo va a ser buen músico si vive acá a la vuelta de casa”.
Por otra parte, la escasa promoción de la actividad artística suele ser un tema de discusión. A pesar de que Mar del Plata cuenta con una gran variedad de propuestas musicales, teatrales y cinematográficas, la posibilidad de trabajar en el rubro de una manera estable es algo que muchas veces no se vislumbra. “Se fomenta muy poco el arte, acá hay materia prima en todas las artes, lo que tenemos que hacer es creer en eso y bajar políticas del Estado, ayudar” manifestó Álvarez.
Como solución a esta problemática, Daniel Reynoso estimó que lo primero que se debe hacer es “reconocer las manifestaciones culturales”. Explicó que si la sociedad le da importancia a estos ámbitos, el mismo Estado se va a encargar de destinar fondos públicos a los mismos, “es un ida y vuelta permanente” sentenció.
A su vez, el Licenciado consideró necesario “generar públicos” en la ciudad. “Mar del Plata es un poco fría para lo propio y para lo local, pero vos donde haces un recuento de todo lo que hay circulando es enorme. Que nos demos cuenta es otra cosa” remarcó.
La continuidad en la invisibilidad de proyectos artísticos, ha derivado en una constante falta de identidad marplatense, un concepto que durante años se ha hecho presente en la ciudad pero que aún no encuentra solución. Al tratarse de una carencia que afecta a diversos ámbitos, se vuelve necesario abordarla desde el conjunto social y el sentido de comunidad.
Desde la música, Fernando Blanco comentó que “no hay un sonido. Vos escuchas algo rosarino y podés intuir que hay algo ahí de rosario, una identidad que encaja a Litto Nebbia, Fito Paez, pero acá no hemos logrado canalizar un sonido” y consideró que “tendría que haber una movida un poco más comunitaria, si todos nos empapáramos un poquito de lo que hace el otro, y nos mezclaramos más, tal vez saldría algo que tuviera un poquito de gusto a la ciudad” .
Visto a partir de un aspecto más académico, también es notoria la falta de participación social en la temática y necesaria una resignificación del rol de la música en el conjunto, “Hay distintas tribus, y cada una fomenta su pedacito, tal vez lo que no hay es una coordinación de todo eso. Claramente eso debe ser una obra del municipio, es el que tiene la primera responsabilidad. (…) Hay una identidad cultural pero no la buscamos ni la desarrollamos” explicó Daniel Reynoso.
Daniel Reynoso habló sobre el consenso implícito de la democracia actualmente.
En cuanto al rock específicamente, se ha vuelto evidente la disminución en la creación de bandas que apuesten por el género. La popularización de la música urbana, ha dejado de lado los estilos más clásicos y optado por formatos más centrados en la masividad de productos comerciales. El cambio de las costumbres, el uso de las redes sociales y la pérdida de lo que significó una novedad en ese momento, han ido derivando esta transformación cultural.
Las nuevas tecnologías han supuesto la rápida expansión de múltiples artistas. Cada vez más personas expresan su música a través de un reel o un vivo en Instagram, hecho que genera controversia entre los cercanos a la temática, “a veces es todo un barullo, todo el mundo toca, pareciera que todo es lo mismo, y ahí es donde se vuelve complicado” opinó Blanco sobre el tema, “todo el mundo tiene derecho a tocar, eso es verdad, pero también la gente debería tener derecho a recibir algo que está bien hecho”. Los cambios en la accesibilidad y la falta de una selección previa, dieron lugar a la creación de diversas aristas que aún no logran conectarse entre sí.
De cierta manera, el rock ha vuelto a la marginalidad de sus comienzos, convirtiéndose en un género escuchado de una forma más independiente por algunas personas y recordado más masivamente con la extensión de las bandas tributo. La industria musical y el público mismo ha impuesto la necesidad de cambio. La amplia circulación de contenido ha dejado de lado a aquellos pioneros que se destacaron cuando más eran perseguidos. Ahora la libertad tomó otra forma y se expresa en la rápida viralización de nuevos artistas.
Fernando Blanco habló de la importancia del rock para él.
“Yo creo que el rock es tan fuerte y tan bueno, que siempre tiene la oportunidad de volver, pero creo que las nuevas generaciones necesitan diferenciarse” reflexionó Fernando Blanco. Hasta el momento, el devenir de la música local no ha dado indicios sobre una posible estabilidad y consagración futura. Respecto a lo cree que sucederá en este aspecto, el músico prefirió mantenerse abierto a las nuevas posibilidades y pensar que “el arte es como la filosofía, cuanto mejores incógnitas plantea mejor. Las certezas son muy vulgares”.
*Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos del Taller de Redacción para Medios Digitales, correspondiente a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.