El impacto de la tecnología: “Existen muchos aspectos positivos pero cada necesidad que satisface genera nuevas necesidades”

 

Las tecnologías se han vuelto indispensables en nuestra vida cotidiana. Estamos rodeados de artefactos que van más allá de ser simples herramientas y se han convertido en parte esencial de nuestra existencia, de modo que un simple corte de luz o el extravío de un celular pueden tener consecuencias dramáticas en nuestro devenir diario.

Sobre este aspecto, Hernán Bergamaschi, profesor de Historia, docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) y especialista en enseñanza de las Ciencias Sociales, brindará un conversatorio en la Librería Universitaria, Jujuy 1731, este miércoles 6 de septiembre a las 18 horas. De forma simultánea, el evento se va a transmitir virtualmente a través de la cuenta de Instagram @libreriauniversitariamdp y en el lugar también se realizará una degustación de vinos a cargo del sommelier Santiago Guilgue.

Foto: El conversatorio tendrá lugar en la Librería Universitaria, Jujuy 1731, este miércoles 6 de septiembre a las 18 horas.

Con el objetivo de reflexionar sobre el vínculo que tenemos los seres humanos con la tecnología, desde Portal Universidad contactamos al expositor y le consultamos sobre la temática que se abordará en el conversatorio. Al respecto dijo: “Se trata un poco de pensar cómo nos vinculamos los seres humanos con la técnica y básicamente entender que la técnica hace a los seres humanos y los seres humanos la hacemos. Este vínculo entre los seres humanos y la tecnología es lo que vamos a abordar con profundidad en la charla. Vamos a reflexionar sobre cómo esa forma de manipular y transformar la naturaleza ha influenciado a lo largo de nuestra historia y ha transformado a la humanidad, tanto a la evolución humana como a la evolución técnica. En ese sentido, queremos pensar cómo en nuestro mundo capitalista ya hemos creado una especie de tecnoesfera, donde se produce la técnica como un fin en sí mismo. Hay una tendencia tecnológica que es indisociable inclusive de nuestra biología”.

En el mismo sentido agregó: “Actualmente nuestra existencia consiste un poco en adaptarnos y vivir al ritmo de vida y capacidad de la tecnología. Sin embargo, esto no es algo nuevo, desde hace ya más de 200 años, a partir de la revolución industrial podemos decir que hemos pasado de pensar el tiempo en función de la organización de nuestra vida orgánica, a un tiempo abstracto, medible, cuantificable. Esta idea de ir de la máquina moderna a la fábrica de (in)felicidad, con ese juego de palabras, tiene que ver justamente con pensar que a partir de la revolución industrial hubo una cuantificación, una medición del tiempo exacta, una adaptación de los ritmos de vida a los ritmos de la máquina con el reloj. El reloj es fundamental en esta transformación e inclusive nuestros abuelos y tatarabuelos vivieron una experiencia del tiempo histórico y de su vida cotidiana adaptada a ese ritmo de vida”.

Foto: A partir de la revolución industrial hubo una cuantificación, una medición del tiempo exacta, una adaptación de los ritmos de vida a los ritmos de la máquina con el reloj. Fuente: BBC.

Sobre la relevancia del impacto que tuvo esta cuantificación del tiempo en la organización humana, Bergamaschi expresó: “Este proceso dio lugar a la llegada de lo que se denomina la sociedad de la información y las sociedades de control también, a partir de la segunda mitad del siglo XX. Ahí podemos empezar a pensar que no sólo adaptamos nuestro ritmo de vida a esa medición, a esa cuantificación del tiempo y a esos ritmos tan exactos, sino que también le sumamos la vigilancia, el control y la información, los datos. Lo que termina ocurriendo es que los seres humanos también nos incorporamos como una mercancía, pero cada vez más en nuestra subjetividad. Eso es lo que genera una idea de productividad absoluta, todo tiene que ser productivo, hasta el ocio”.

“Hoy ya el tiempo de ocio está pensado de una forma productiva, entonces hay un modo de existir que se asemeja muchísimo a la máquina y está atado a las lógicas capitalistas, el tiempo es dinero, el dinero es poder y somos una especie de máquina que piensa. Además, esa productividad está pensada a partir de un trabajo cognitivo que tiene como objetivo la búsqueda de la felicidad. Esto convierte a la felicidad en una mercancía, algo que podemos conseguir a partir de realizarnos en esa máxima productividad. Estos dispositivos técnicos, el tener un teléfono celular desde que nacemos, se transforma en una extensión de nuestro cuerpo, pero al mismo tiempo el jugar un videojuego o estar en una red social ya no es solo ocio, sino que es generación de información, es dato y eso es productividad. Además, tiene múltiples mensajes que afectan nuestra subjetividad, la construyen de un modo de ser capitalista, una subjetividad capitalista”, agregó.

Sobre este concepto de subjetividad capitalista profundizó: “Se trata de un deber ser, una mente individualista que premia la competencia porque justamente vos sos un individuo que está solo en el mundo contra otros individuos que deben competir, se prima el individualismo, el egoísmo. A partir justamente de la sociedad de la información, se construye una cultura narcisista, meritocrática y hedonista, que está en una constante búsqueda del placer que nunca es satisfecho. Se impone un goce a través del consumo, un consumo que tiene que ser constante”.

Dependemos de la tecnología

Tener que dar explicaciones por no contestar un mensaje de WhatsApp es una de las tantas experiencias que puede hacernos sentir hartos de utilizar ciertas tecnologías, sin embargo, al mismo tiempo sentimos que ya no podemos vivir sin ella. Consultado sobre esa contradicción que actualmente nos habita, Bergamaschi dijo: “Hemos creado durante la historia humana, no solamente el homo sapiens, sino todos los humanos desde el dominio del fuego y la utilización de herramientas básicas, una dependencia de la tecnología. Somos seres muy frágiles que si nos arrojan a la naturaleza pura no podemos sobrevivir. Para poder sobrevivir necesitamos desarrollar cierto tipo de estrategias, estrategias sociales que tienen que ver con la transformación de la naturaleza. Hoy hemos llegado a un punto donde el desarrollo de la técnica es mucho más veloz que la aceleración biológica y eso influye en nuestra biología y genera todas estas cuestiones de las que estamos hablando. Hay aspectos positivos, eso no se pone en duda, pero las necesidades que satisfacemos a partir del desarrollo tecnológico generan nuevas necesidades. Hoy por ejemplo si perdemos el celular es un problema gigantesco, porque ahí tenemos claves bancarias, formas de comunicarnos. Son cosas que hace 10 años, que es un tiempo muy corto, no existían”.

Foto: El uso de la tecnología puede resultar abrumador pero al mismo tiempo sentimos que es imprescindible. Fuente: Télam.

Asimismo, agregó: “Lo que va ocurriendo es una atomización de la sociedad, una individualización que también rompe el lazo entre generaciones. Esa idea de construir un mundo como plantea Hannah Arendt, a partir del concepto de cultura, de la transmisión y conexión entre generaciones, se empieza a fragmentar. Cuestiones que actualmente nosotros vivimos, cuestiones que parecían superadas como la aparición de colectivos que plantean que la tierra es plana, tienen que ver con buscar ciertos patrones de identificación con el otro que están rotos. Además, ante la alienación tecnológica, ante esta deshumanización que produce la tecnología, los seres nos encontramos solos más allá de que no estemos solos físicamente. Eso termina en un montón de patologías individuales y sociales que son las que se observan en el mundo capitalista del siglo XXI. Con la llegada de la pandemia se aceleró este proceso. Estos procesos ya venían ocurriendo, pero la pandemia los puso de relieve, les dio una prioridad y los instaló de forma definitiva”.

 

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