“Es la primera vez que Argentina tiene un ajedrecista con potencial para ser campeón mundial”
Por Martín Kobse.
Escuchar a Jorge Rosito hablar de ajedrez genera una primera reacción que tiene que ver con lo que la mayoría piensa de ese juego milenario. Porque, en general, ajedrez nos remite a dos personas pensando mucho, un tablero y distintas piezas. Quizá, para quienes lo practiquen, con mayor o menor rigor, también remita al estudio, la táctica y la fuerza mental que deben ejercitarse para poder sostenerse e intentar progresar. Pero Rosito habla de todo eso y algo más. Ese algo más lo llevó a amar el ajedrez y dedicarle toda su vida. Ese algo más es la admiración que siente cada vez que repite sobre un tablero o una pantalla una partida de Garry Kasparov o Anatoly Karpov.
Aprendió a jugar a los cuatro años y fue once veces campeón marplatense, lo que lo convierte en el máximo ganador de ese título. Durante más de treinta años fue animador de las máximas competencias del ajedrez argentino hasta que decidió extender su vínculo con el juego que ama dedicándose a la enseñanza y al entrenamiento de ajedrecistas. Desde entonces ha sumado alumnos en todo el mundo y ha entrenado a encumbrados jugadores como Diego Flores, Carlos García Palermo y Marcelo Tempone. Desde septiembre de 2020 entrena nada más y nada menos que a Faustino Oro, el niño argentino que ocupa el primer lugar del ránking mundial en la categoría de menores de 10 años, y del que hablan en todo el mundo como el Messi del ajedrez. En esta entrevista con Portal Universidad, el maestro internacional Jorge Rosito se refiere a ese niño prodigio y al presente de este juego que cada vez atrae a más jugadores en el mundo.
-¿Qué cambios más notables ves en el ajedrez actual respecto a los tiempos en que empezaste a jugar, en la década del ´70?
Son varios y se deben, principalmente, a la aparición de la informática. En aquellos años la única forma de aprender era leyendo libros. Esos libros eran muy dogmáticos, definían que algo era de una forma y de ninguna otra. Muchas jugadas que nosotros considerábamos de una manera fueron refutadas por las máquinas, que demostraron todo lo contrario. El uso de la tecnología nos abrió los ojos a los ajedrecistas. Hay un año bisagra, 1997, cuando Deep Blue vence en un histórico match a Garry Kasparov, por entonces el mejor jugador del planeta. Magnus Carlsen, el humano que más puntos ha obtenido en la historia, llegó a los 2900. Mientras que las máquinas ya alcanzaron los 3500 y aumentan de a 50 puntos cada seis meses. Esto explica por qué hay tanta juventud que hoy juega tan bien: porque no están contaminados con esa información falsa que tuvimos nosotros cuando comenzamos a jugar.
-¿En qué consiste tu tarea como entrenador?
En detectar defectos y virtudes de los jugadores que entreno. Se asemeja mucho al trabajo de un entrenador de fútbol. He preparado a ajedrecistas que juegan mejor que yo; lo aclaro porque me han preguntado cómo puede ser que entrene a jugadores que me superan jugando. Y la respuesta es la misma que encontramos en el fútbol: Scaloni pudo entrenar a Messi y Bilardo a Maradona. Porque pudieron orientarlos a explotar sus virtudes y a aprovechar las debilidades de los rivales.
-¿Es Magnus Carlsen el mejor ajedrecista de la historia?
Es difícil comparar épocas, como en todas las disciplinas. En general elegimos a jugadores de nuestra época. Si quisiéramos comparar a Raúl Capablanca, campeón del mundo entre 1921 y 1927, con Magnus Carlsen, campeón desde 2013 hasta la actualidad, deberíamos traer al cubano a nuestros días y permitirle interactuar con las computadoras; y a Carlsen llevarlo a la primera mitad del siglo XX y hacerlo jugar con la información que había entonces.
-¿Faustino Oro puede ser campeón del mundo?
Fausti logró lo que ni Fischer, Kasparov y Carlsen pudieron: alcanzó más puntaje –por su participación en distintos torneos- que el logrado por esos genios del ajedrez cuando tenían su edad. Como entrenador, veo que tiene un talento extraordinario. Algo que puede quedar en la historia del ajedrez. Tiene un entendimiento del juego difícil de encontrar en un chico de su edad. Además, le dedica muchas horas por día a estudiar y no tiene miedo; le juega de igual a igual a cualquiera y es fuerte psicológicamente. Cuenta, también, con padres que lo apoyan y son muy inteligentes. Su caso es único para el ajedrez de nuestro país, porque por primera vez en la historia Argentina tiene un ajedrecista con potencial para ser campeón mundial.
-¿Vos tuviste entrenador?
Tuve dos: El Flaco Jorge Fernández, que me acompañó en 1985 al Mundial Sub 16 de Israel; y Jorge Sipaila, que estuvo a mi lado en el Panamericano de Casilda del mismo año. Para que tengas una idea de las diferencias entre aquella época y el presente, te cuento que el Flaco trabajaba en un comercio de alfajores durante toda la noche. Era un ritual de los ajedrecistas marplatenses ir a visitarlo para acortarle la noche y hablar de ajedrez. El Flaco, cuando no tenía que atender gente que iba a comprar alfajores, buscaba en una revista especializada las partidas de mis eventuales rivales y las anotaba en un cuaderno para después analizarlas conmigo. Eso era toda la información que podías obtener para preparar un torneo.
-¿Cuál es la edad de esplendor del ajedrecista?
En otras épocas, hasta fines del siglo pasado, encontrábamos jugadores de 60 y hasta 70 años en los primeros lugares del mundo. Hoy, eso es imposible. En la actualidad, los ajedrecistas encuentran su mayor fortaleza entre los 20 y los 30 años. Porque la parte física es fundamental y eso se percibe también en el aspecto que tienen hoy en día los ajedrecistas, similar al de cualquier deportista de otra disciplina.
-¿Hay un auge del ajedrez en el mundo?
Totalmente. La pandemia, que fue una gran tragedia, al ajedrez le vino muy bien. Porque entre lo muy poco que se podía hacer, estaba el ajedrez on line. Todos los sitios triplicaron la cantidad de jugadores. Y la serie de Netflix, Gambito de Dama, también contribuyó un montón. Esos dos factores han sido fundamentales para que el ajedrez esté viviendo hoy el mejor momento de su historia.
-¿Qué aporta el ajedrez para la vida cotidiana?
Estoy convencido que puede aportar mucho. El hecho de plantearse todo el tiempo por qué el rival movió una u otra pieza es muy útil para el día a día. Y también el hecho de saber cuándo hay que pensar media hora antes de hacer una jugada y cuándo hay que jugar rápido. No necesitamos media hora para pensar qué vamos a merendar; sí necesitamos pensar mucho tiempo si vamos a cambiar el auto o tomarnos unas vacaciones.
-¿Cuánto incide lo psicológico en el ajedrecista?
Cada vez hay más ajedrecistas que tienen su psicólogo. Tengo amigos que son psicólogos y ajedrecistas y están dedicados exclusivamente a trabajar con aquellos que practican el juego. Hay personas que juegan muy bien pero a la hora de jugar tienen miedo y se tiran para abajo. Y también están los que tal vez no tienen tanta preparación pero a la hora de jugar se agrandan y logran grandes rendimientos.
Terminada la entrevista, el maestro Rosito pregunta la hora. Le quedan 45 minutos para dar la próxima clase on line a uno de sus tantos alumnos del exterior. El tiempo suficiente para buscar en el teléfono la partida que Kasparov jugó esa misma tarde, algo que no podría haber hecho ni imaginado en la época que dio sus primeros pasos en el ajedrez, hace ya casi 50 años.
*Martín Kobse es un reconocido periodista y escritor. Es conductor del ciclo televisivo “Los otros libros” y del programa radial “Aula Magna” en el sistema de medios públicos de la Universidad Nacional de Mar del Plata.