Mariano Di Tonto, el luthier que transforma la madera en arte musical

* Por Pedro Giamello para el #MediaLab de Portal Universidad

El oficio de la luthería o laudería tiene sus orígenes en la Edad Media y se define como el arte de hacer y el derecho a vender instrumentos musicales de cuerdas, viento o de percusión. Pero también se emplea para referirse al almacén o comercio dónde el luthier fabrica, vende o repara instrumentos musicales de cuerda o de música en general.

Las creaciones de los lutieres son apreciadas por su singularidad y calidad sonora. Cada instrumento es único y puede adaptarse a las preferencias del músico. Estos artesanos también se dedican a la restauración y reparación de instrumentos antiguos, preservando así la herencia musical.

El marplatense Mariano Di Tonto es músico y luthier desde hace 20 años y se especializa en la construcción, calibración, reparación, pintura y customizado de guitarras y bajos eléctricos. También al arreglo de todo tipo de instrumentos de cuerda pulsada: violín, violonchelo, viola y arpa. “Si bien físicamente o mecánicamente son diferentes, siguen teniendo el mismo principio: una cuerda tensada a través de un punto fijo y algo móvil, una clavija o algo que la ajuste a un chasis de madera”, aclaró el entrevistado en el refugio de su taller.

Empezó a cultivar el oficio desde muy chico, a la par de su abuelo que era carpintero. “Siempre le estuve dando una mano con las máquinas; la madera es parte de mi vida”, recordó el artesano. Entre los 14 y 15 años, cautivado por la música, quiso tener un instrumento. “En realidad quería tocar la batería, pero en ese momento no había guita en casa para poder tener una”, comentó Di Tonto. Fue entonces que un familiar le sugirió que tocara el bajo que era similar a una batería con notas. “Ahí descubrí lo que era el bajo, que no sabía hasta ese momento que existía y se dio que me compraran uno”, señaló.

Un hecho de inseguridad lo motivó a construir su primer instrumento. “Un día cuando volvía a mi casa, me apuntaron con un arma y me robaron el bajo, el reloj y la billetera”, relató Di Tonto. Fue un golpe duro para él porque en ese momento había comenzado a tocar con un grupo de chicos en su primera banda y de repente se había quedado sin nada. “Entonces mi abuelo me dijo: si estás trabajando la madera y fabricás una puerta, una ventana o lo que sea, me imagino que vas a poder construir tu propio instrumento”.

Así fue como el novel músico pidió un bajo prestado para reproducir la escala y el diapasón. “La cuestión es que pude copiar uno y salió después de unos meses. De la parte electrónica yo no tenía ni idea, así que lo mandé a una casa especializada para que me lo conecten”, explicó. Este fue un punto de inflexión en su vida porque descubrió la pasión de trabajar en la madera, pero abocado a la música.

Construir una guitarra para su hermano zurdo o reparar el mango de una guitarra criolla fueron claros ejemplos de mixtura entre la carpintería y la luthería. “En ese momento yo no me consideraba luthier. Jugaba a arreglar instrumentos y además no me animaba a cobrar por un trabajo que estaba aprendiendo a hacer”. El músico destacó que trabajó gratis durante los primeros tiempos porque entendía que todo era parte de un proceso. “Después de los primeros dos o tres años y viendo que las cosas me estaban saliendo cada día mejor, me empezó a picar la idea de monetizar mis trabajos” y al mismo tiempo recordó que el primero que cobró fue una guitarra que le hizo a un integrante de una familia de músicos, que en su momento le había prestado un bajo para copiar. “Ahí fue cuando me gané en cierto punto el título de luthier”, comentó.

Se considera muy autocrítico a tal punto de nunca quedarse conforme con lo que hace. “Yo entiendo que la conformidad es la enemiga número uno del progreso”, sentenció Di Tonto. En ese sentido, también opina que el inconformismo obsesivo hace que nunca se sienta seguro de su trabajo. En cierto momento se propuso no aceptar trabajos en los que los demás le pongan el precio. “Ahí fue cuando los ingresos de la carpintería y la luthería me permitieron dar el salto para dedicarme de lleno sólo a la fabricación de instrumentos musicales”, contó.

Al ser consultado por la fijación de precios, Mariano Di Tonto expresó: “en relación a los demás oficios tiene cuestiones muy similares, por ejemplo, la existencia de las horas hombre y la ley de la oferta y demanda. Cada vez hay más gente que se dedica a esto, sin embargo, no hay una comunión entre todos los lutieres, es decir no hay un sindicato o un grupo dónde acordemos los precios de cada trabajo”. En este ámbito no se da tanto la búsqueda del precio, sino que se prioriza la calidad ya que al músico no le importa pagar de más si le encuentran solución a su problema. La producción artesanal en comparación con la fabricación en serie, demanda mayor tiempo. Al respecto agregó: “Como se trata de un trabajo artesanal, tardo entre cuatro y seis meses en fabricar un instrumento musical teniendo en cuenta que arranco a las 6 de la mañana y trabajo de corrido hasta las 17”.

Construcción de un instrumento

El proceso de customización de los instrumentos acústicos y eléctricos necesitan de distintos tipos de herramientas y de una organización particular del taller. Lo acústico y lo eléctrico son dos mundos diferentes. En cuanto al trabajo de la madera, para lo acústico se necesita un doblador y un calentador de vapor, mientras que en lo eléctrico se trabaja con una madera maciza que requiere de una sierra que permita cortar un tablón ancho. “En mi época construí instrumentos acústicos, pero después llegó un momento en que el auge y el trabajo estaban en las guitarras eléctricas”.

La etapa previa a la customización consiste en una charla con el músico para escuchar su propuesta y al mismo tiempo brindarle asesoramiento en aspectos que el artista desconoce. Lo más importante de esta etapa es que entre el músico y el luthier logren consensuar si el diseño del instrumento guardará las características de uno ya existente, como la Fender Stratocaster, de un modelo propio del luthier o bien de un boceto provisto por el guitarrista. “El instrumento tiene que respetar cuestiones ergonómicas que son importantes para que funcione como tal. Yo te puedo fabricar una guitarra en forma de estrella, pero te tengo que avisar que las puntas van a ser incómodas cuando tengas que tocar el instrumento”, explicó Di Tonto. La gran ventaja de fabricar diseños ya existentes es que se consiguen los modelos hechos en fibrofácil. En la actualidad, producto de los avances tecnológicos, la mayoría de los lutieres utilizan la máquina de corte computarizado llamada CNC. Sin embargo, hay otros artesanos que prefieren seguir métodos tradicionales. “Mi trabajo es artesanal porque a veces el dibujo a mano resulta más sencillo”.

El siguiente paso se basa en el corte de la silueta del instrumento en el tablón que va a formar parte del cuerpo o el mango. Se hacen las cavidades para los micrófonos, los rebajes necesarios para la comodidad del brazo, la forma redonda del mango y la colocación de los trastes. “Yo primero hago el mástil del instrumento y luego sigo con el cuerpo porque el encastre de mástil y cuerpo es como un macho y una hembra en dónde el mástil es el macho y el cuerpo tiene la hembra que encaja y después se atornilla”. Seguidamente,, se hacen las cavidades donde se encastra el mango, se calzan los micrófonos, se arma la parte electrónica, se terminan los rebajes que hacen falta en el cuerpo, se lija, se pinta se arma y se entrega.

Las guitarras o bajos eléctricos artesanales creadas por Di Tonto llevan el nombre de aves o lugares geográficos representativos del país. Son ejemplos de ello: su bajo bautizado como “El Cóndor”, en homenaje a la selección argentina de fútbol que ganó la tercera Copa del Mundo y la guitarra “La Malvina” que ha sido testeada por sus amigos músicos.

“La Malvina” contrasta con el tablero de herramientas del artesano. Foto: Instagram dtmluthier

Materiales

Para la construcción de instrumentos musicales se usan todo tipo de maderas siempre y cuando las especies cumplan con las funciones o propiedades mecánicas necesarias. “Hay maderas que tienen resistencia a la humedad, pero no son duras, entonces para un mango de guitarra no sirven”. En ese sentido, hay maderas extremadamente duras que tampoco son útiles porque hacen que el instrumento sea muy pesado. Por otro lado, la madera de un mango debe tener una resistencia mecánica de aproximadamente 70 kg. para que soporte la tensión de las cuerdas. “Yo trato de que se cumplan las siguientes condiciones: el porcentaje de humedad, la orientación de la beta, que no tenga revires y nudos, o sea ningún tipo de anomalía que pueda comprometer la estabilidad o la vida útil del instrumento a largo plazo”, indicó.

La especie de madera que más se utiliza es el maple o arce, considerado el árbol nacional de Canadá. También, para la construcción del mástil de una guitarra, se emplean maderas de producción nacional como guayubira, guatambú y caoba. “Es difícil conseguir este tipo de maderas en Mar del Plata, por eso viajo a una casa de lutieres en Buenos Aires para comprarlas a un costo más elevado, pero con la tranquilidad de trabajar con una selección más fina del material”, sostuvo.

Existe una discusión en torno a la deforestación con la finalidad de construir instrumentos musicales. “Yo soy una persona que respeta mucho la vida, soy consciente de que trabajo con cadáveres, mi forma de honrar esa vida es aprovechar al máximo ese trozo de madera que quedó ahí”. Y citó a Atahualpa Yupanqui cuando expresó: “La guitarra, antes de ser instrumento, fue árbol, y en él cantaban los pájaros. La madera sabía de música mucho antes de ser guitarra”.

Di Tonto reutiliza hasta el último centímetro de material sobrante de sus trabajos como luthier. En muchas ocasiones, emplea la madera como leña para alimentar su cocina, regala los retazos a sus amigos artesanos para que puedan elaborar sahumerios, aros, cucharitas e inclusive mezcla el aserrín con pegamento para transformarlo en masilla.

El impacto de las redes sociales en el oficio

En países como Sudamérica, muy frecuentemente la originalidad suele ser el resultado de la necesidad y la falta de ingreso. “Yo no uso la creatividad para ganar guita sino para agilizar mi trabajo”. En la actualidad, el auge de las redes sociales promueve el trabajo cooperativo y hace posible que se compartan los conocimientos sin necesidad de guardar secretos. “En mi caso personal muestro todos los trabajos que hago en mi Instagram: dtmluthier y no tengo problemas en enseñar gajes del oficio”, confirmó. “De mis veinte años de trayectoria, diecisiete de ellos no le di importancia a la exposición, siempre fui más del boca en boca, sin embargo, en el último tiempo entendí que las redes sociales eran valiosas para vender lo que hago”, concluyó el artesano.

Mariano trabaja con la colaboración de ciertos músicos que tienen más llegada a nivel red social como es el caso de Ariel Pozzo, el guitarrista de Miguel Mateos. “Yo le hice una guitarra basada en un modelo mío y me acuerdo que en su momento cuando la mostró fue como haber tenido un Community Manager que en dos días hizo un trabajo excepcional”, relató. Eso significó un antes y un después en su vida comercial y comenzó a recibir solicitudes de trabajo desde distintas provincias: Salta, Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, Santa Fe y Misiones. “Estoy dispuesto a trabajar en colaboración con músicos siempre y cuando el beneficio sea mutuo y haya reciprocidad”.

Su experiencia como docente

Fue docente de carpintería y luthería durante siete años en el complejo carcelario de Batán. En esa época y a través de los trabajos que realizaba con sus alumnos en contexto de encierro, conoció muchos músicos consagrados como Zeta Bosio, Abel Pintos, Skay Beilinson, Ciro Pertusi de Attaque 77 y a Les Luthiers quienes lo invitaron a su camarín cuando fue a ver su obra, no como espectador, sino tras las bambalinas. Además, recordó que con sus alumnos de la cárcel construyó una guitarra que obsequió a “Chizzo”, el cantante de La Renga, quién la usó en un recital en Mar del Plata. Consultado sobre la posibilidad de que algún músico famoso pudiera tocar un instrumento construido por él, Mariano respondió: “A nivel guitarrista me gustaría que Ricardo Mollo, Claudio “Tano” Marciello o Skay Beilinson tuviesen una guitarra mía. Lo haría por agradecimiento y no por interés”.

Su paso por España y sus planes a futuro

El protagonista de la entrevista vivió durante dos años en Málaga. Primero viajó solo y a los cuatros meses fue su señora y su hijo. En un comienzo construyó casas de madera y, a pesar de que no era lo que le gustaba, le sirvió para sobrevivir hasta encontrar una nueva oportunidad de trabajo. Más tarde fue a otro lugar donde las condiciones laborales eran un poco más europeas. Trabajó como colocador en una fábrica de pisos y puertas de madera. “No me sentía cómodo porque había mucha competencia entre los empleados”, reveló. Al poco tiempo se quedó sin trabajo y tuvo que arreglar guitarras para solventar algunos costos de vida. “Con la luthería sólo podía pagar la comida del mes, no me alcanzaba para el alquiler ni para otros gastos”, afirmó.

La mano de obra del artesano se valora mucho más en Europa que en Argentina. Allá, un instrumento hecho a mano cuesta más caro que uno de marca, mientras que acá siempre es al revés. “Ahora estoy haciendo un trabajo para un cliente de Torremolinos al que le cobro un poco más barato porque mi costo de vida en nuestro país es mucho menor que en España”, comentó Mariano.

En el pasado, en el presente o con proyección en el futuro; en Argentina, en Europa, o en cualquier lugar del mundo, el luthier marplatense Mariano Di Tonto sueña con mejorar los estándares de calidad de sus instrumentos sin perder la pasión y la perfección por lo que hace. “Estoy convencido de que el camino es largo y como dice Mercedes Sosa: tarda en llegar y al final hay recompensa”, concluyó el artesano que ama su oficio.

*Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos de los Talleres de Redes Sociales y de Redacción para Medios Digitales, correspondientes a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

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