Educación ambiental integral: ¿Es más fácil imaginar la agonía del mundo que el fin del capitalismo?

Usar la bolsa de tela en el supermercado en vez de la de plástico, cerrar la canilla mientras nos lavamos los dientes o apagar la luz cuando salimos de una habitación son algunas de las acciones que podemos hacer para cuidar el medioambiente. O al menos eso es lo que han difundido medios de comunicación, grandes empresas y distintos grupos ambientalistas durante un tiempo. Sin embargo, desde que se celebró la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, la temperatura global ha aumentado entre 1,1 y 1,5 grados en promedio.

Desde Portal Universidad nos comunicamos con Diego García Ríos, profesor de Geografía de la Universidad Nacional de Mar del Plata y escritor, quién comentó: “Hay un libro muy interesante que se llama Modo de Vida Imperial, de Brand y Wissen que hace referencia a como el sistema de alguna manera nos hace pensar o creer queel buen vivir tiene que ver con nuestros modelos de consumo o un híperconsumo”.

Es este modelo el que arrastra a las personas a consumir excesivamente desde prendas de vestir hasta aparatos tecnológicos. “Nos arrastra a que consumamos un celular cada dos años. Yo soy profe de geografía y a mí me gusta hacer siempre una encuesta con mis estudiantes de secundaria y preguntarles cuantos celulares tuvieron en sus cortas vidas y las respuestas son increíbles. Algunos tienen 15 años y tuvieron 7 u 8 dispositivos”, comentó García Ríos.

El profesor adjudica las causas a la obsolescencia y la divide en dos tipos: “Por un lado la obsolescencia planificada, esto que se rompe dentro de un período muy corto, pero por otro lado la obsolescencia percibida, osea como mientras nosotros consumimos hay una maquinaria publicitaria que nos lleva a pensar que todo lo que tenemos, sean celulares, vestimenta, o cualquier objeto de uso cotidiano creemos que ya no sirve más, que tenemos que estar a la moda y adecuarnos a los estándares que nos propone el mismo sistema”, explicó.

Todo eso tiene impactos ambientales sobre el planeta que se pueden observar a simple vista. Un ejemplo de ello son las condiciones climáticas que vivió Mar del Plata la semana pasada: hicieron 26 grados mientras que un 1ro de agosto en el año 1991 hubo una nevada.

“Esto es algo que nos toma como actores importantes tanto a los medios de comunicación como quienes trabajamos en la educación a partir de lo que ahora llamamos Educación Ambiental Crítica. A partir de la sanción se la Ley de Educación Ambiental Integral tenemos un marco para visibilizar estas cuestiones, hacer ver a la gente que hay que salir un poco de la cajita de lo que nos muestra la vidriera o lo que nos muestra la publicidad de Instagram y ver hacia atrás y hacia delante del proceso productivo”, dijo García Ríos haciendo referencia a poder tener conciencia de las condiciones ambientales y de la mano de obra en la que se producen los productos, por un lado, y en lo que pasa luego con aquello cuando no sirve más, fue utilizado o no se vende.

“Se trata de generar críticas sobre lo que consumimos y saber que aquello que nosotros tenemos en nuestras casas y eso que nos lleva a este modo de vida imperial tiene consecuencias. Esta semana en Alaska se están cayendo casas a la vera de un río por el derretimiento de los glaciares en el norte global, acá mismo la semana pasada hizo calor. Estamos viendo las consecuencias y sin embargo al mejor estilo de la película “Don’t Look Up”, con la amenaza evidente y visible, hay muchos que lo niegan”, comentó García Ríos.

Estamos viendo las consecuencias y sin embargo al mejor estilo de la película “Don’t Look Up”, con la amenaza evidente y visible, hay muchos que lo niegan.

¿La inteligencia artificial puede mitigar el cambio climático?

“Todos los beneficios que se viene diciendo que puede la inteligencia artificial para mitigar el cambio climático tienen su lado “B””, explicó el profesor. Muchos de los componentes de los centros de datos que se utilizan para hacer funcionar estos modelos de inteligencia artificial requieren de ciertos metales como cobalto, boro, galio, germanio y otros componentes que presionan sobre el ambiente y consecuentemente tienen un efecto sobre el cambio climático.

Foto: Chat GPT y BARD AI, los modelos de inteligencia artificial que se disputan la llegada masiva al público. Fuente: Télam.

“Entonces por un lado tenes una inteligencia artificial que es encumbrada por el capitalismo como la panacea de la resolución de muchas situaciones y por otro lado tenes esta situación donde contribuye a la presión sobre nuestros ambientes y un uso de energía increíble que es una de las problemáticas más duras de nuestros tiempos”, dijo García Ríos.

El imperativo del cuidado ambiental

La evolución del cambio climático no cumple los estándares que propusieron las convenciones internacionales, como el protocolo de Kioto, donde las potencias globales se comprometieron a reducir sus emisiones de dióxido de carbono. Frente a esa situación donde se sobrepasaron los niveles de compromiso, tienen que ver mucho los actores contaminantes de toda esta situación: “Una de las cosas que tiene como prioridad la educación ambiental crítica tiene que ver con marcar este grado de responsabilidades. De dejar pensar o de militar esta cuestión más ecologista donde todos somos culpables, donde tenemos que cerrar la canilla cuando nos lavamos los dientes, donde tenemos que apagar la luz cuando nos vamos de la habitación. Eso es algo que está muy bien, que lo tenemos que hacer y generar como ciudadanos, pero paralelamente también tenemos que avanzar hacia un reconocimiento de los verdaderos culpables porque si no esta situación no se resuelve”. Cómo ejemplo García Ríos comentó que mientras las cadenas de supermercados instan a que utilizar bolsas de tela por otro lado, desechan toneladas de alimentos.

En ese sentido, existen discursos agresivos que buscan culpabilizar a la gente. “Las empresas les otorgan culpabilidad a los ciudadanos, dicen que estas pequeñas acciones van a salvar al mundo y no son más que una estrategia del capitalismo para que nosotros tengamos la venda en los ojos y no veamos lo que sucede ni a los verdaderos responsables”.

Las empresas les otorgan culpabilidad a los ciudadanos, dicen que estas pequeñas acciones van a salvar al mundo y no son más que una estrategia del capitalismo para que nosotros tengamos la venda en los ojos y no veamos lo que sucede ni a los verdaderos responsables.

“Esto no quita que las cosas no sirvan y contribuyen, pero no alcanzan. Son acciones individuales que en la sumatoria no son sustantivas para modificar esta situación y menos aun siendo de un país periférico como es argentina que no tiene demasiada injerencia en lo que son los cambios sustanciales a nivel global”, concluyó García Ríos.

Sobre estas temáticas y mucho más es que este jueves 10 de agosto a las 18 horas se realizará un conversatorio bajo la consigna: ¿Es más fácil imaginar la agonía del mundo que el fin del capitalismo? García Ríos coordinará el encuentro a realizarse en la Librería Universitaria, ubicada en Jujuy 1731.

 

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