Etiquetado Frontal: “La ley advierte sobre el exceso pero no soluciona la falta de información”
El pasado 26 de octubre se cumplió un año de la sanción de la Ley 27.642 que establece el etiquetado frontal con sellos negros octogonales a aquellos productos alimenticios que contengan exceso de grasas, azúcares, sodio y calorías. Asimismo el 23 de marzo pasado se publicó el decreto reglamentario 151/2022 donde se establecen diferentes etapas para la implementación, sin embargo, por su aplicación gradual todavía no es frecuente encontrar productos con octógonos en las góndolas.
Para profundizar sobre esta situación, desde Portal Universidad nos pusimos en contacto con Carolina Cordingley, licenciada en Nutrición. En ese sentido, respecto de la ley expresó: “Considero que tiene que haber una ley porque es la forma que tiene el productor para comunicar al consumidor lo que está comprando. Hoy en día no se logra por cómo está diseñada la regulación. Si agarrás un paquete y querés ver lo que tiene es un tanto complicado encontrar la información, porque la letra es chica y está ubicada en un lugar del paquete que está doblado. Es difícil acceder a esa información para el comprador”.
Sin embargo, la nutricionista cuestionó ciertos aspectos de la ley de etiquetado frontal: “Estos sellos que se propone son unos octógonos negros con bordes blancos que advierten sobre el exceso en materia de azúcares sodio, calorías, grasas totales y saturadas, es lo único que van a mencionar. Aquellos que están a favor de la ley se basan en que los consumidores tienen derecho a saber y que esta sería la forma más eficaz de comunicar la presencia o ausencia de determinados nutrientes en los alimentos. Yo considero que lo que va a hacer es advertir sobre el exceso pero no soluciona la falta de información sobre determinadas propiedades de los alimentos”.
Lo que va a hacer es advertir sobre el exceso pero no soluciona la falta de información sobre determinadas propiedades de los alimentos.
“En el mundo hay diferentes formas de etiquetado pero existen otras, como la del semáforo, que lo que hacen es poner distintos colores para poder resaltar algún exceso. Ahí se busca dar cierta advertencia para generar conciencia, pero también resalta alguna capacidad benéfica que tiene el producto. Hoy por hoy eso no se logra ni tampoco se busca. La base de todo esto parte desde la educación”, agregó.
Respecto de la falta de educación que tenemos como consumidores, Cordingley dijo: “Las personas no saben cómo interpretar el contenido de las etiquetas y además existen muchas etiquetas engañosas. Algunas de las cosas que las etiquetas dicen no deberían decirlas porque son redundantes, como que el aceite no tiene colesterol, ningún aceite tiene. Tenemos que regular el etiquetado que existe, darle otra forma. Sino vamos a implementar algo novedoso pero que con el tiempo va a pasar a ser parte del etiquetado normal de todos los productos que hay en el mercado. Mi ojo se va acostumbrar a que todos los paquetes tengan estos octógonos negros y si me quiero comer una papa frita me la voy a comer igual. La educación, si uno quiere que tenga un impacto real, hay que abordarla desde explicarle a la gente que es una grasa saturada, que es un azúcar y que efectos producen en el organismo”.
“Poder manejar esta información tiene importancia por varios motivos, desde una persona que quiere saber lo que está consumiendo hasta personas que tienen una patología con relación al consumo de determinados alimentos o materias primas que se usan para fabricarlos. La información debería ser mucho más grande y legible, además hay presencia de colorantes, antioxidantes y conservantes a los que muchas personas son alérgicas y es muy difícil de encontrar en los etiquetados porque tienen nombres desconocidos. Esa información el consumidor tiene que saberla y no se puede reducir a 3 octógonos negros”, explicó.
La información debería ser mucho más grande y legible, además hay presencia de colorantes, antioxidantes y conservantes a los que muchas personas son alérgicas.
Asimismo, resaltó la importancia de unificar ciertos términos que generan confusión en los consumidores y dijo: “El hidrato de carbono y el azúcar pueden aparecer bajo infinidad de nombres, debería regularse bajo un nombre común. Aparecen como glucosa, maltodextrina, todos términos que hacen alusión al azúcar. Tenemos que poder unificar ese tipo de terminología para que el consumidor termine entendiendo. Si sólo ponemos octógonos estamos reduciendo bastante la información y para mí está lejos de dar las herramientas al consumidor para que haga sus propias elecciones”.
La importancia de regular la publicidad dirigida a las infancias
Uno de los aspectos regulados por la ley se relaciona con las publicidades dirigidas al público infantil. Sobre este tema, Cordingley explicó: “Tiene que ver con la permeabilidad que tienen los chicos para determinadas cuestiones y en qué contexto se hacen las cosas. Las publicidades que aparecen en la televisión son promotoras de estos alimentos a los que los octógonos van a ir destinados. Estos productos siempre tienen un alcance sobre los chicos, son como pauta publicitaria escondida que tiene un alto impacto sobre los chicos y sobre las decisiones que después van a tomar”.
Estos productos siempre tienen un alcance sobre los chicos, son como pauta publicitaria escondida que tiene un alto impacto sobre los chicos y sobre las decisiones que después van a tomar.
“Poder regular la publicidad de este tipo de cuestiones, ya sea gaseosas, snacks o golosinas dentro de la pauta publicitaria en programas destinados para chicos lo veo como algo positivo. Los niños reciben desde todos lugares este tipo de publicidad que tiene que ver con la ingesta de determinados alimentos y regular la aparición de este tipo de publicidad lo veo como algo bueno”, concluyó.